La justicia belga acaba de abrir una investigación criminal contra Apple tras las acusaciones de que la compañía ha estado comprando «minerales de sangre«, es decir, materias primas extraídas en condiciones inhumanas o procedentes de zonas en conflicto armado. La noticia, adelantada por Financial Times, pone el foco en la relación entre la tecnología que usamos a diario y los oscuros caminos que algunos materiales recorren antes de llegar a nuestros dispositivos.
Las acusaciones contra Apple: tántalo, estaño y más
La denuncia penal señala que Apple adquiere tántalo (extraído del coltán), estaño, wolframio y oro provenientes de minas controladas por guerrillas en el este de la República Democrática del Congo (RDC). Estas minas no solo financian conflictos armados, sino que también permiten el trabajo infantil y mantienen a sus trabajadores en condiciones de semiesclavitud.
El este del Congo, tristemente conocido por sus décadas de violencia, es una de las regiones más castigadas del planeta. La extracción de estos minerales está directamente vinculada a desplazamientos masivos de población, violaciones y asesinatos, en una espiral de sufrimiento que parece no tener fin.
Una denuncia que cruza fronteras
La cosa no se queda solo en Bélgica. En diciembre, la RDC ya había presentado denuncias similares en Francia, acusando a filiales de Apple de utilizar materiales que no respetan los derechos humanos.
Por su parte, Apple no ha tardado en responder y ha rechazado «rotundamente» estas acusaciones. En un comunicado, la empresa asegura estar «profundamente comprometida con el abastecimiento responsable de minerales«. Eso incluye, según ellos, auditorías en sus cadenas de suministro para garantizar que sus productos no financien conflictos ni violaciones de derechos humanos.
¿Tecnología a costa de derechos humanos?
Este caso pone sobre la mesa una verdad incómoda: muchos de los materiales que usamos para fabricar móviles, tablets y ordenadores provienen de lugares donde los derechos humanos son una utopía. Aunque Apple y otras grandes tecnológicas han implementado políticas de “abastecimiento ético”, siempre existe la duda de cuánto control tienen realmente sobre las minas y los proveedores.
La investigación en Bélgica es una señal de que estas denuncias ya no solo se quedan en titulares, sino que están empezando a tener repercusiones legales para gigantes tecnológicos.
El dilema del consumidor
Mientras esto se resuelve, la pregunta que queda es: ¿hasta qué punto somos responsables como consumidores? Cada vez más personas buscan productos que sean éticamente responsables, pero con grandes nombres como Apple en el centro de estas polémicas, parece que todavía queda mucho camino por recorrer.
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