España motor económico de Europa, pero… ¿a qué precio?

España y Europa

España se ha convertido en el motor económico de Europa. Mientras el estancamiento se instauraba, el avance del PIB en 2024 fue del 3,2% gracias al turismo, el consumo interno y la inmigración. En resumen, cerca de un 40% de todo el crecimiento del continente vino de la mano del país ibérico. La gran duda que reinaba entre analistas e instituciones es hasta qué punto esto supone un verdadero cambio de paradigma o si por el contrario es una situación ‘anecdótica’. El FMI ha sido el último en sumarse al debate afirmando que el protagonismo de este país ha venido para quedarse.

Según el último informe del Fondo Monetario Internacional, España liderará Europa durante toda la década. Concretamente, estiman que el PIB bajará al 2,5% este año, triplicando la media de la UE, y seguirá en el 1,8% y 1,7% los dos años siguientes, respectivamente. Por su parte, su suelo durante el resto de estos años será el 1,6% mientras que Europa irá languideciendo entre el 1,3% y el 1,1%. Madrid siempre se mantendría como un referente del crecimiento económico frente al resto de países.

Pero, ¿es esto realista? La realidad es que los diferentes analistas no han parado de preguntarse hasta cuándo puede extenderse la ‘excepción española’. Así lo hacía la experta de BNP Paribas, Lucie Barette, defendiendo que el liderazgo quedaría reforzado por los aranceles de Trump y el caos comercial. Si bien este podría restar negativamente, a diferencia de países de su entorno, «España cuenta con una baja exposición a EEUU (con un escaso 1,2% del PIB dedicado a exportación a este país) y una gran exposición al sector servicios, lo que hará que el impacto sea limitado». Todo esto mientras otros factores positivos impulsarán su crecimiento, pues «los fondos europeos y los recortes del BCE impulsarán la actividad, mientras el consumo privado y el mercado salarial seguirán ayudando».

Oriol Aspachs, director de Economía Española de CaixaBank Research, explica que «es difícil determinar qué parte de la mejora es cíclica y qué parte es estructural». Las mejoras en la competitividad, la concentración de empleo en sectores más productivos y las inversiones ligadas a fondos europeos NGEU hacen pensar que una parte no negligible de la mejora es estructural, y que, por tanto, los próximos años es muy probable que el crecimiento de la economía española siga siendo superior al de la zona euro.

Así lo reflejan las previsiones de CaixaBank Research. Para los años 2025 a 2027, en promedio, esperan un crecimiento del 2,2% para la economía española, mientras que para la zona euro se espera un crecimiento ligeramente superior al 1%. En la coyuntura actual, España será de las menos impactadas por las tensiones comerciales, por su menor exposición directa e indirecta a EEUU.

En resumen, no hay grandes argumentos en contra para pensar que la situación pueda cambiar, aunque el matiz que ofrecen los expertos no viene marcado por las cifras macro, sino por la naturaleza de las mismas. España está creciendo, pero no lo está haciendo de manera convencional. Sus grandes bazas garantizan un fuerte crecimiento del PIB… pero un PIB per cápita mucho más matizado e incluso estancado por momentos.

La inmigración puede seguir

Una parte muy importante del crecimiento se ha sostenido sobre la llegada de más población. Según datos del INE, entraron en el país unos 130.000 inmigrantes de modo regular en 2024, a los que se suman 63.970 personas que entraron de manera irregular. Esto ha sido clave para la bonanza de España.

José Emilio Bosca, investigador de Fedea, explica que «es probable que la economía española pueda seguir batiendo a Europa con la inmigración como centro«. Según el experto, «este factor por sí solo suma cerca de un punto porcentual al crecimiento del PIB«. También señala el turismo y el gasto público, pero pone en el centro la llegada de población extranjera. Coincide María Jesús Fernández, de Funcas, quien indica que «la inmigración ha sido un elemento clave en el consumo privado de España, que ha sido uno de los factores fundamentales para entender el crecimiento del PIB. Esto se puede mantener los próximos años«.

Sin embargo, Bosca considera que tanto esto como los otros dos motores (turismo y gasto público) dan lugar a «un crecimiento que no es robusto y estructural y, en general, no se traducirá en mejoras de la calidad de vida».

El turismo puede haber tocado techo

En 2024, 94 millones de turistas llegaron a España, generando 126.282 millones de euros, un 16,1% más que el año anterior. Solo estas cifras suponen cerca del 26% de todo el aumento del PIB en 2024. El turismo representa un 12% de la economía española.

No obstante, los economistas creen que se ha tocado techo. Fernández sostiene que «no cabe pensar que esto se vaya a mantener. No hablo de que el sector caiga, pero ha vivido un ritmo de crecimiento histórico. Es insostenible que lleguen 8 millones de turistas nuevos cada año«.

El motor ‘inesperado’ sigue teniendo tracción

Los servicios no turísticos (como banca, ingeniería o construcción) han tenido un papel esencial, con un crecimiento del 9% en el primer semestre de 2024. Estos han contribuido con un 2,3% a la balanza por cuenta corriente.

Funcas destaca que España ha encontrado en esto una ventaja competitiva con un crecimiento importante. «No hay motivos para no pensar que seguirá avanzando en esta línea«.

Crecimiento del PIB y estancamiento de la riqueza

Es bastante probable que España pueda seguir creciendo por encima de la media europea, pero este crecimiento es poco estructural y basado en inmigración y turismo. El PIB per cápita apenas ha subido desde 2019.

Según el FMI, en términos de PIB per cápita en 2026, España crecerá solo un 0,6%, frente al 0,9% de Alemania e Italia, y el 0,7% de Francia. Esto se debe al bajo crecimiento de la productividad, con sectores de bajo valor añadido y escasa dotación de capital por empleado.

El gasto público puede seguir tirando

Hasta el 40% del crecimiento económico se debe al gasto público, según el Banco de España. Esto implica que sin déficit, el PIB habría crecido solo un 1,8%.

Sin embargo, esta palanca tiene riesgos: puede generar temores entre inversores y una asignación ineficiente de recursos.

¿Cómo será el impacto del gasto en defensa?

El gasto en defensa incrementa el PIB pero no necesariamente mejora el nivel de vida. Bosca señala que depende de cómo lo ejecute el gobierno: si se dirige a sueldos o inversión productiva nacional, el impacto puede ser positivo. Si se destina a importar armamento, el efecto será neutro o negativo.

Fernández añade que puede tener un impacto positivo industrial como en EE.UU., donde generó efectos de arrastre en el sector secundario.

Los problemas y desafíos

Uno de los grandes desafíos será la crisis de vivienda, que limita el ahorro. Aunque más construcción sumaría al PIB, no hay política para aumentar la oferta, y falta mano de obra.

El otro gran problema es la baja productividad, que requiere reformas profundas. El sistema empresarial es muy atomizado, hay déficits en I+D+I, y las reformas laborales no favorecen la eficiencia.

Funcas advierte de la falta de inversión privada como principal lastre futuro. Actualmente está un 3,5% por debajo de niveles prepandemia y la incertidumbre regulatoria es un gran freno.

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