La compra del 9,9% del capital de Telefónica por parte de Saudi Telecom Company (STC) sacudió como un terremoto al mercado español. La inesperada operación, que rozó el umbral para el control nacional de una participación extranjera (10%), obligó a Moncloa a movilizar toda su maquinaria para hacer de ‘cortafuegos’ por medio de la adquisición de su 10% a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI).
La reacción del Gobierno para blindar una de las empresas estratégicas de España no pasó desapercibida. Al contrario, generó grandes dudas sobre el peligro que pudiera existir detrás de las inversiones extranjeras. Una preocupación que subió un peldaño más cuando, por la misma fecha, la Comisión Europea lanzó la recomendación a los Estados miembros para aumentar la vigilancia en las “tecnologías críticas”.
La subdirectora general de países mediterráneos, África y Oriente Medio del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, Ana de Vicente Lancho, descarta cualquier riesgo en su conversación con Business People: “En España tenemos un marco para el análisis y el control de inversiones extranjeras, reforzado el año pasado, que garantiza que las operaciones no afectan a la autonomía estratégica y a los intereses de España en materia de infraestructuras críticas, salud, seguridad y orden público, al tiempo que busca guardar el equilibrio para seguir siendo atractivos como destino inversor”.
Y precisa: “De hecho, según el ranking elaborado por la OCDE, España está entre los diez primeros países desarrollados con menos restricciones regulatorias a la inversión extranjera, por delante de Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Japón, Reino Unido, Suiza y Estados Unidos”.
La vicepresidenta de la Comisión de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo, Eva Poptcheva, sí se muestra más cauta sobre la llegada masiva de las inversiones de Oriente Medio. “En el contexto geopolítico tan tenso en el que nos encontramos, las inversiones son un arma más”, precisa a Business People. Y aprovecha para matizar que: “Delegar toda la construcción y gestión de la futura red de 6G a una empresa extranjera, por ejemplo, podría tener implicaciones de seguridad muy graves en el futuro”.
Poptcheva precisa que “la Unión Europea está tomando cartas en el asunto” para garantizar su seguridad. Por ejemplo, la Comisión Europea propuso en enero una batería de medidas de seguridad económica que obligará a todos los Estados miembros a tener un mecanismo de control de la inversión extranjera directa. “Es un buen primer paso, pero debemos aspirar a controlar dichas inversiones de manera conjunta”. ¿Dónde radica el problema?, en que “la competencia sigue siendo principalmente nacional, por lo que es muy difícil avanzar a nivel de la UE”.
José María Cubillo, profesor de Marketing Internacional en la Universidad CEU San Pablo, admite que “no sé si existe preocupación o no, desconozco si los políticos tienen tiempo para pensar en los problemas reales de la ciudadanía y en las cuestiones de la seguridad nacional. Por lo que vemos en los últimos tiempos, no parece que mucho. Pero sí creo que las unidades de inteligencia económica deberían estar atentas a todos los movimientos que se produzcan en este sentido para preservar la autonomía, de España y de Europa, en sectores estratégicos y evitar la dependencia de terceros países en las decisiones esenciales que afectan a los servicios básicos y estratégicos que cubren las necesidades de la población”.
Y advierte que “no hacerlo sería una irresponsabilidad. Más aún en un contexto geopolítico tensionado como el actual, en el que nos dirigimos, muy probablemente, a un conflicto entre bloques de grandes proporciones”.
Estrategia mundial
La preocupación por las inversiones del Consejo de Cooperación del Golfo no radica tanto en su auge como en su presencia en firmas estratégicas. No es secreto para nadie que, en los últimos años, España se ha posicionado entre los destinos predilectos del capital proveniente de los países árabes.
Los datos del Ministerio de Industria lo ratifican. Hasta 2008, no existían apenas intercambios de flujos de inversión con Emiratos Árabes, pero desde entonces ha acumulado un stock de más de 5.000 millones de euros en España (solo en 2023 entraron netamente 358 millones de euros de inversión directa). Y no se trata de un caso aislado.
Catar también tenía inversiones casi nulas hasta 2015 y ahora el stock acumulado de inversión en España ha superado los 3.000 millones de euros desde 2021 (aunque en los últimos dos años no ha habido grandes entradas de nuevas inversiones).
El único caso excepcional es Arabia Saudí, que ya tenía un importante peso en la inversión exterior española cuando llegó la crisis internacional de 2008. Si bien pisó el freno durante dicha época, desde 2014 ha vuelto a tomar fuerza, siendo 2023 el tercer año de mayores flujos netos de inversión de la última década; alcanzando los 86 millones de euros de nuevas entradas (y un stock acumulado de más de 1.000 millones, como comentábamos al inicio), recuerdan desde Industria.
“Desde que comenzó la inversión de las empresas de la región en España, ésta se ha intensificado notablemente tanto en volumen de inversión, como en número de operaciones, a la vez que se ha diversificado sectorialmente”, explica el profesor Cubillo.
A su entender, entre las principales razones de este fenómeno se encuentra “la necesidad de las economías del Golfo Pérsico, primero, de invertir las ganancias del petróleo, y, segundo, la necesidad que tienen, a la vez, de diversificar riesgos y generar ventajas competitivas que les permitan fortalecer sus posiciones en el futuro, debilitadas hoy, en términos de expectativas, por la apuesta por la sostenibilidad y la consiguiente transformación de la economía mundial que está en proceso, y que afecta directamente a los hidrocarburos y al futuro de su principal fuente de ingresos”.
“Por otro, se debe a la evolución de la marca España en los últimos años. El hecho de que la marca España y su posicionamiento internacional no se haya fortalecido en los últimos años, hace que los activos empresariales de nuestro país resulten atractivos para los inversores internacionales ante la expectativa de un futuro fortalecimiento con un nuevo gobierno”, precisa.
Radiografía de las inversiones
Aunque es casi imposible rastrear con precisión todas las operaciones provenientes de Oriente Medio en España, las estimaciones rondan los 20.000 millones de euros en inversiones activas. Su amplia presencia queda demostrada cuando se observan las grandes empresas españolas.
Por ejemplo, a través de su fondo soberano o de sociedades vinculadas al Estado de Catar controla el 8,7% de Iberdrola, un 25% de IAG a través de Qatar Airways y el 20% de Inmobiliaria Colonial, vía Qatar Investment Authority. Sin olvidar que el emir Tamim bin Hamad Al Thani cuenta con un 5,5% de El Corte Inglés (a través de Primefin, una sociedad de la familia catarí que comenzó en el real estate en EE.UU.) y un 4,9% de Prisa.
Abu Dabi, a través del fondo soberano Mubadala Investment Company, disfruta de una participación de 118 millones de euros en Enagás (3,103%), y mantiene el 63% del capital de CEPSA. En 2019 participó en una ronda de financiación de Glovo y, en 2021, compró el 49% en Healthcare Activos junto a GIC (fondo soberano de Singapur).
Por su parte, International Petroleum Investment Company (IPIC), el fondo soberano de inversión del emirato, compró en 2011 el 48,8% del capital que estaba en manos de Total. A lo que se suma que en el club de fútbol Girona, el City Group, propiedad de Abu Dhabi United Group, está presente en su accionariado.
En el caso de Arabia Saudí, no solo está presente en Telefónica. La filial química de Saudi Aramco, junto con Iberdrola, va a instalar en Cartagena (Murcia) un proyecto fotovoltaico de 100 megavatios.
Estas inversiones, que solo son la punta del iceberg, llevan a que el Gobierno de España muestre un especial interés a Oriente Medio. No en vano, en febrero de 2024 el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, visitó Catar, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos para “seguir impulsando la creciente agenda económica bilateral”. Poco después, en abril, Pedro Sánchez viajaba Jordania, Arabia y Catar, donde se le pudo ver en buena sintonía con el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salmán, y con un grupo de empresarios españoles en Doha.
A las semanas de la llegada del presidente del Gobierno de su viaje, el Consejo de Ministros aprobó la autorización de la firma de un acuerdo entre el Reino de España y los Emiratos Árabes Unidos para la promoción y protección recíproca de inversiones. Una decisión que llegó en el marco de la posible Oferta Pública de Adquisición (OPA) del grupo estatal emiratí Taqa sobre el 100% de Naturgy.
El anuncio del Gobierno y la operación sobre Naturgy obligó al ministro de Economía, Carlos Cuerpo, a tener que bajar la preocupación: “España dispone de los instrumentos necesarios y cuenta con una normativa reforzada que permite un equilibrio perfecto entre la protección de las empresas españolas e intereses estratégicos y la atracción de inversión extranjera directa”.
“El Gobierno dispone de los canales e instrumentos necesarios para analizar esta operación cuando se oficialice la propuesta de la empresa emiratí. A partir de ahí se verá cómo mantener los intereses estratégicos de España en un sector particularmente importante a futuro, en el que hay que conservar el esfuerzo inversor en las próximas décadas”, afirmó el ministro en abril.
Lo que llegará
Los mecanismos del Gobierno de España están activados en todos los sectores, pero con más atención en aquellos mercados donde las inversiones de Oriente Medio tienen más presencia o interés: el energético, especialmente en el área de las energías renovables (existe una retribución a las renovables garantizada por regulación, que entre 2020 y 2025 está cerca del 7% de lo invertido); las telecomunicaciones, debido a su factor tecnológico y estratégico; y el inmobiliario, por su sostenido crecimiento posterior a la crisis de 2008. Sin olvidar otros mercados como el transporte aéreo, la distribución comercial, el hotelero, el deporte o las residencias para estudiantes y la tercera edad.
La subdirectora general de países mediterráneos, África y Oriente Medio considera que es “previsible” que en los próximos años se mantenga la entrada creciente de inversión en España desde Emiratos y Arabia Saudí, y en menor medida del resto de países del Golfo Pérsico. Un alud de millones que se centrarían en los sectores mencionados, pero que también se expandirán por nuevos.
“Adicionalmente a los sectores que han recibido inversión durante los últimos años, los árabes tienen interés en participar también en la industria manufacturera española y están atentos al dinamismo de ciertos sectores como el automóvil”, matiza Ana de Vicente Lancho.
En este sentido reconoce que si bien “los efectos de la inversión extranjera, y de la internacionalización de la economía en general, suelen ser positivos”, también es importante “asegurar el no perder el control sobre lo que sucede en ciertos sectores estratégicos. De ahí que la Unión Europea defienda objetivos como la ‘Autonomía Estratégica Abierta’, que implica esa idea, fácil de intuir pero no siempre de aplicar, de buscar un equilibrio entre la apertura exterior en comercio e inversiones, con defender los intereses estratégicos de nuestras naciones”.
Para garantizar que la llegada de capital de Oriente Medio enraíce y genere beneficios para el país y la sociedad local, el profesor Cubillo recuerda que es “importante que sean inversiones en el sector productivo y, fundamentalmente, en el sector industrial y tecnológico”, así como que “estas industrias adopten modos flexibles de producción que maximicen los eslabonamientos productivos locales y generen spillovers de conocimiento. Las inversiones exclusivamente financieras y las conocidas como ‘Catedrales en el Desierto’ no suelen generar ese tipo de externalidades positivas”.
Los países del Golfo Pérsico buscar sentar las bases para dejar atrás la dependencia al petróleo. La apuesta más alta la está haciendo Emiratos Árabes Unidos, donde se buscará la meta de albergar el parque solar más grande del mundo (para 2030), reducir en un 21% el consumo de agua (2036) y garantizar que el 75% de su energía provenga de fuentes limpias (2050). Sin olvidar que buscarán ser el cuarto país en pisar la Luna o lanzar una misión interestelar entre Marte y Júpiter.
Las inversiones en España -así como las realizadas en Estados Unidos, Reino Unido y Alemania- son clave para lograr los objetivos de Oriente Medio, mientras que Moncloa y la UE trabajan para garantizar que la llegada de nuevo capital solo sean inversiones incapaces de generar riesgos.