Las consecuencias del cambio climático ya no son una amenaza futura para la industria del vino, sino una realidad palpable que está alterando profundamente el cultivo de la vid en todo el planeta.
Un estudio internacional publicado en PLOS Climate confirma que todas las regiones vitivinícolas están sintiendo los efectos del calentamiento global, pero es Europa la que lidera la lista de los territorios más impactados.
Según la investigación, en la que participaron climatólogos, agrónomos, ecólogos y genetistas de la vid de países como Francia, España, Estados Unidos y Canadá, las regiones tradicionales del vino europeo están experimentando un aumento significativo tanto en la temperatura media como en los episodios de calor extremo.
En particular, el estudio –que difunde SWI– identifica un incremento de los días con temperaturas superiores a los 35°C y mayores valores térmicos durante la fase de maduración de las uvas.
El investigador E.M. Wolkovich, de la Universidad de Columbia Británica, expresó su sorpresa por estos hallazgos.
“Me sorprendió mucho esto. También fue sorprendente que los mayores cambios se produjeran en los extremos de calor y en las métricas relacionadas con el calor”.
Agregó que lo esperado era un aumento más marcado en las temperaturas mínimas, pero los datos revelaron que “a menudo fueron las relacionadas con temperaturas más altas” las que más se alteraron.
Este cambio térmico tiene implicaciones directas sobre la calidad del vino.
¿Qué le pasa al vino con el calor?
Las uvas maduran más rápidamente, acumulando niveles más altos de azúcar, lo que impacta el perfil aromático, el equilibrio y el contenido alcohólico de los vinos.
Además, el adelanto en las vendimias es otro signo evidente del calentamiento del clima.
Aunque Sudamérica refleja un comportamiento térmico similar al europeo en cuanto a temperaturas medias, sufre menos episodios de calor extremo.
En contraste, Norteamérica presenta un aumento más moderado tanto en las medias térmicas como en los picos de calor.
Los investigadores analizaron más de 500 variedades de uva cruzando datos climáticos y respuestas fisiológicas de las vides en distintas fases de su desarrollo.
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