El centenario de Bugatti T35 Grand Prix

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Tras la Primera Guerra Mundial, el mundo del automovilismo comenzó a reconstruirse con una serie de cambios reglamentarios en las carreras de Grand Prix, precursoras del Campeonato del Mundo que nacería en 1950. A partir del 1 de enero de 1922, un acuerdo en la AIACR (Association Internationale des Automobiles Clubs Reconnus) estableció una fórmula de 2 litros y un peso mínimo de 650 kilos para los coches de competición. Esta normativa se mantuvo durante cuatro temporadas, permitiendo avances significativos en el diseño y la tecnología de los vehículos de carreras.

La revolución de Bugatti

Entre los dominadores de la época, como Alfa Romeo con sus P2, Delage con sus V12, y Fiat y Sunbeam con motores sobrealimentados, surgió un competidor revolucionario desde Molsheim: Bugatti. Ettore Bugatti, con su enfoque meticuloso y atención al detalle, creó el Type 35, un coche que redefiniría los estándares de diseño, técnica, materiales y rendimiento en el automovilismo de Gran Premio.

Innovaciones del Type 35

El Bugatti Type 35 se destacaba por ser más bajo, compacto y ligero que sus rivales. Sus innovadoras llantas de aluminio, que integraban los tambores de freno, evitaban los peligrosos desllantados comunes en la época. El diseño del chasis y la suspensión permitía una velocidad de paso por curva superior, estableciendo un nuevo estándar de comportamiento en carretera.

El motor del Type 35, un ocho cilindros en línea alimentado por dos carburadores Zenith o Solex, producía una potencia máxima de 100 CV. Aunque inferior a la competencia, su diseño sofisticado y el uso de aleaciones ligeras permitían un régimen de giro superior a 6.000 rpm, muy elevado para la época.

Un debut complicado

El Type 35 debutó en el Grand Prix de la ACF en 1924, en Lyon, donde cinco coches compitieron en un trazado de 23,1 kilómetros ante 100.000 espectadores. A pesar de un comienzo prometedor, los Bugatti enfrentaron problemas con los neumáticos fabricados especialmente para ellos. Los fallos en la banda de rodadura afectaron a todos los coches del equipo, llevando a varios abandonos y limitando los resultados. No obstante, la robustez de las llantas y el potencial del Type 35 se hicieron evidentes, con Chassagne logrando la vuelta rápida.

Después de estos problemas iniciales, causados por defectos en el vulcanizado de los neumáticos, Bugatti cambió de proveedor y mejoró las características de los mismos. El Type 35 mostró su verdadero potencial en el Gran Premio de San Sebastián, en el Circuito de Lasarte, donde Meo Costantini logró la vuelta rápida y una segunda plaza.

Consagración del Type 35

Superadas las dificultades iniciales, el Bugatti Type 35 se convirtió rápidamente en un coche ganador. Su primera gran victoria llegó en 1926, cuando Jules Goux ganó el Gran Premio ACF con el modelo 39 A. La innovación y el diseño avanzado del Type 35 no solo consolidaron a Bugatti como un líder en el automovilismo de la época, sino que también marcaron el inicio de una nueva era en las carreras de Gran Premio.

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