Julio Rodríguez, ex consejero delegado de Cementos Molins, regresará a la compañía como nuevo miembro del consejo de administración, en un movimiento que busca reforzar el equilibrio y la estabilidad interna entre las distintas ramas de la familia fundadora. Su nombramiento será propuesto en la junta de accionistas convocada para finales de junio.
Rodríguez sustituirá en el órgano a Juan Molins Monteys, lo que marcará un reequilibrio en los contrapesos familiares dentro del consejo. Con su entrada, cada una de las tres ramas familiares –Molins Amat, Molins Gil y Molins López-Rodó– contará con dos consejeros, reduciendo así la posición dominante de los Molins Amat, que hasta ahora tenían tres.
Figura de consenso y posible paso futuro
Julio Rodríguez es percibido como un perfil neutral y de consenso entre las familias, dada su gestión exitosa al frente de la compañía durante una década, que finalizó por motivos personales. Algunas fuentes no descartan que pueda asumir un rol más relevante en el futuro, como la creación de una tercera vicepresidencia, lo que consolidaría aún más el equilibrio de poder interno.
Un paso más hacia la reconciliación familiar
El regreso de Rodríguez se enmarca en un proceso de normalización de relaciones entre las ramas familiares, especialmente tras años de disputas visibles. Un símbolo de esta reconciliación fue el retorno de la sede social a Sant Vicenç dels Horts en diciembre pasado, decisión que puso fin a una controversia surgida desde el traslado en 2017, tras el referéndum del 1-O.
A pesar de estas tensiones históricas, ahora la gobernanza busca mayor cohesión, reflejada también en la continuidad de otros consejeros como Juan Molins Amat (presidente), Beatriz Molins y Jean-Carlos Angulo (independiente).
Propiedad y estrategia
El capital de Cementos Molins está controlado en más de un 90% por las tres ramas familiares:
Molins Amat: 31,5% (vía Noumea)
Molins Gil: 25,2% (vía Cartera de Inversiones CM)
Molins López-Rodó: 33,6% (vía Otinix)
La empresa sigue cotizando en el mercado de corros, con liquidez limitada, y solo consideraría el salto al mercado continuo si surge una operación corporativa relevante por encima de los 800 millones de euros.
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