Michelle Bowman asumió la vicepresidencia del área de supervisión de la Reserva Federal (Fed), luego de que Donald Trump la nombrara en marzo pasado.
Bowman, que ya formaba parte de la Junta de Gobernadores del banco central estadounidense, juró su cargo ante Jerome Powell, presidente de la Fed, reemplazando a Michael S. Barr, quien renunció en febrero para evitar conflictos con la actual administración republicana.
La ratificación del Senado para Bowman tuvo lugar el 4 de junio, confirmando su mandato al frente de la supervisión hasta el 9 de junio de 2029.
Su permanencia como miembro de la Junta de Gobernadores se extiende hasta el 31 de enero de 2034, consolidando así un papel clave en la dirección del banco central.
El puesto de responsable de supervisión dentro de la Fed tiene que ser ocupado por un integrante del órgano rector.
Dado que Barr no renunció a su asiento en la Junta, Trump tuvo que escoger a un nuevo vicepresidente entre los miembros actuales o esperar una vacante.
El papel de Bowman
La elección de Bowman refleja esta necesidad y marca un cambio importante en la política regulatoria del organismo.
Cabe destacar que Bowman mostró una postura crítica hacia el plan de Barr respecto a los criterios de Basilea III.
Este plan buscaba aumentar significativamente los requisitos de capital que los principales bancos de Estados Unidos deben mantener como reserva para enfrentar crisis financieras.
Sin embargo, tanto Bowman como el sector financiero se opusieron a estas medidas, argumentando que colocarían a las entidades estadounidenses en desventaja frente a sus competidores internacionales.
La llegada de Bowman a la vicepresidencia de supervisión de la Fed coincide con un contexto de debate sobre la regulación bancaria y la estabilidad financiera, donde la prioridad será equilibrar la solidez del sistema sin obstaculizar la competitividad global de las instituciones financieras estadounidenses.
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