La Iglesia católica ha escrito hoy una nueva página en su historia. El cardenal Robert Francis Prevost Martínez ha sido elegido como nuevo Papa tras la muerte de Francisco, convirtiéndose en el primer Pontífice estadounidense. Bajo el nombre de León XIV, el nuevo Sumo Pontífice asume el liderazgo espiritual de más de 1.300 millones de católicos en todo el mundo.
Prevost, de 69 años, nació en Chicago en 1955 y cuenta con una destacada trayectoria eclesiástica marcada por el compromiso misionero, la cercanía con los pobres y una visión moderna del papel de la Iglesia. Con ascendencia franco-italiana y española —por parte de madre—, su perfil internacional y su conocimiento de seis idiomas han sido factores clave para su elección en un cónclave que ha sido calificado como uno de los más multitudinarios y diversos de la historia reciente.
Ordenado sacerdote a los 26 años, Prevost fue misionero en Perú durante más de una década, donde se le recuerda por su labor en zonas como Trujillo, Apurímac o Iquitos. Allí combinó su trabajo pastoral con la docencia y construyó una reputación de cercanía y firmeza en valores. En 2014, el Papa Francisco le nombró obispo de Chiclayo, y más tarde, en enero de este mismo año, le confió la Prefectura del Dicasterio para los Obispos, uno de los cargos más influyentes del Vaticano.
Conocedor y colaborador cercano del Papa Francisco, Prevost compartía con él su visión sobre la atención a los migrantes, la pobreza y la necesidad de actuar frente al cambio climático. Su elección representa un claro guiño del Colegio Cardenalicio hacia la continuidad reformista iniciada por Francisco, aunque con una impronta propia que podría marcar un nuevo estilo de liderazgo, más internacional y más pastoral.
El nuevo Papa León XIV se dirigirá mañana por primera vez al mundo desde el balcón central de la basílica de San Pedro, donde se espera que dé las primeras claves de su pontificado. Su elección, más allá de su carácter histórico, lanza un mensaje de renovación desde la tradición, y anticipa una etapa en la que el papel global de la Iglesia católica podría tomar nuevos rumbos.
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