Ernest Hemingway defendía que “el secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad”. La frase, como un gancho a la mandíbula, hace perder el equilibrio a quienes se autodenominan gurús y expertos en liderazgo, pero que, usualmente, solo recitan clichés.
¿Quiere realmente aprender sobre liderazgo? Pues lea a Hemingway. Húndase en las páginas de El viejo y el mar para inspirarse en Santiago. El anciano pescador logra convertirse en un líder de La Habana por su habilidad para resistir los golpes de la vida, mantenerse firme ante el fracaso y seguir adelante pese a todo. El autor norteamericano insiste, en varias de sus obras, que el liderazgo verdadero no se basa en evitar los fracasos, sino en saber levantarse tras cada uno de ellos y persistir.
Para quienes sienten que llevar las riendas de la empresa se parece más a una misión militar, quizás puedan aprender algo del personaje de Robert Jordan en la obra Por quién doblan las campanas. Líder de un pequeño grupo de guerrilleros durante la Guerra Civil Española, opta una y otra vez por tomar decisiones difíciles y asumir las consecuencias de esas decisiones.
El liderazgo, para Hemingway, no es una cuestión de orden o jerarquía, sino de tomar acción, estar dispuesto a sacrificarlo todo por el bien común.
También implica humildad y una conexión genuina con los demás. En muchas de sus historias, los personajes más admirables no son aquellos que buscan el protagonismo o el reconocimiento, sino aquellos que sirven a su comunidad con silencio y dedicación. ¿Quién no seguiría dentro de una empresa a un líder con estas características y que esté, realmente, más interesado en el bien común que en llenar su pecho con ‘medallitas’?
¿Quieren otro ejemplo de liderazgo al estilo Hemingway? Entonces vayamos hasta Adiós a las armas para ver cómo el capitán Henry demuestra una capacidad para conectar con los demás no solo como líder militar, sino como ser humano capaz de sentir y compartir los sufrimientos y alegrías de quienes le rodean. Como ya saben, un líder auténtico debe comprender las luchas y los deseos de su equipo y actuar en consecuencia, brindando apoyo y dirección con un sentido genuino de cuidado.
En un mundo que a menudo busca modelos de liderazgo más técnicos o jerárquicos, las lecciones de Hemingway nos recuerdan que el liderazgo, al final, es un acto profundamente humano.