En un contexto global marcado por tensiones comerciales, repliegues nacionalistas y una creciente incertidumbre económica, el papel de Estados Unidos bajo el liderazgo de Donald Trump vuelve a situarse en el centro del debate internacional. Para analizar el impacto de este nuevo giro proteccionista y sus consecuencias tanto para Europa como para España, hablamos con Cosme Ojeda, profesor de Opinión Pública en la Universidad CEU San Pablo. Con un enfoque crítico, Ojeda desmenuza las estrategias comerciales del expresidente estadounidense, la respuesta de China y los riesgos de esta escalada para el crecimiento económico global. ¿Estamos ante una nueva era de guerras de aranceles sin sentido?
¿En qué medida Donald Trump ha acelerado esta tendencia proteccionista?
Trump es la muestra más esperpéntica de esa política de aranceles y las primeras semanas de Trump 2.0 nos están mostrando que el caos de su primera administración va a ser superado con creces ahora. Propone peores aranceles para sus socios y vecinos que para su principal rival comercial, China, en lo que ya se llama la guerra comercial más estúpida de la historia, según el Wall Street Journal. El comercio genera riqueza; los aranceles frenan el crecimiento económico.
¿Son viables estas medidas?
China ha hecho los deberes y ha preparado una respuesta más sistemática que la espasmódica actuación de Trump. Ya lo hizo con la primera guerra arancelaria en 2018-19 y Trump perdió las elecciones a mitad de mandato por los aranceles agrícolas que impuso China al maíz y la soja que compraba a los agricultores del medio oeste de EE. UU. Decir que vas a imponer aranceles, para retirarlos temporalmente después a Canadá y México, y esperar en el caso de China, está generando incertidumbre. La decisión de los países afectados de responder con contramedidas provocará menor crecimiento económico.
¿Cuáles son las consecuencias para España?
El principal problema de España sigue siendo el mercado laboral. Con el cambio de paradigma del sector del automóvil, China ha reconfigurado esa industria con los coches eléctricos. Recordemos que, en España, el segundo productor europeo de coches, la industria del automóvil y el sector auxiliar representan alrededor del 10% del empleo y PIB. Si hace 10 años China no podía competir con Estados Unidos o Europa en productos de valor añadido, hoy sí. Ha aprendido y está centrada en liderar el mundo en el próximo siglo. Puede acabar con sectores industriales enteros en Estados Unidos, Alemania o España. Estados Unidos necesita a sus aliados y China necesita mercados en los que vender sus productos. Hay que llegar a acuerdos y respetar los acuerdos internacionales, no hacer guerras arancelarias.