Alemania dio un paso trascendental hacia una nueva era económica con el acuerdo alcanzado entre los dos principales partidos del país, el CDU y el SPD, para flexibilizar las restricciones fiscales que habían sido una piedra angular de la política económica desde 2009.
La medida, que aún debe ser ratificada por el Parlamento, pone fin a la «regla sagrada de la deuda» que limitaba el déficit del gobierno a un 0,35% del PIB.
Este cambio se produce en un contexto de crisis económica, con la industria alemana en contracción desde 2022 debido a la guerra en Ucrania y la alta inflación energética.
El país, que tradicionalmente mantuvo una deuda pública baja, con un 60% del PIB en 2023, ahora podrá aumentar su deuda para financiar proyectos clave que ayuden a la recuperación económica.
Los detalles del acuerdo son claros: se creará un vehículo especial de 500.000 millones de euros para inversiones en infraestructuras que estarán exentas de los límites de deuda.
Además, todos los gastos en defensa que superen el 1% del PIB también quedarán fuera del freno fiscal.
Los cambios para Alemania
Con este cambio, el gasto en defensa podría aumentar significativamente hasta el 3,5% del PIB, lo que implicaría un aumento anual de la deuda en un 2,5% sobre el PIB, un cambio radical para un país que hasta ahora mantenía estrictos controles de deuda.
Para el gobierno alemán, estas medidas son esenciales para abordar la crisis actual, que se vio acentuada por una caída en las exportaciones y un entorno económico más restrictivo.
A pesar de las preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda, el mercado reaccionó positivamente, con el índice DAX registrando un aumento del 3,5%, y algunas grandes empresas como Deutsche Bank y Siemens Energy viendo fuertes incrementos en sus acciones.
Este cambio no solo afecta a la economía alemana, sino que también tendrá un impacto significativo en el mercado de deuda europeo.
Al flexibilizar su política fiscal, Alemania podría aumentar la emisión de bonos a largo plazo, lo que generará un aumento en los rendimientos y afectará la confianza de los inversores en la solvencia de otros países de la zona euro.
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