Duro Felguera está jugando su prórroga más tensa. La histórica ingeniería asturiana se enfrenta al final del plazo legal del preconcurso de acreedores, que vence el 12 de junio, y sigue sin una solución que evite su entrada formal en concurso. Su propuesta actual pasa por una quita del 98% de la deuda a bancos y proveedores, además de vender activos a toda velocidad, como El Tallerón o contratos de servicios.
Todo esto ocurre mientras la SEPI sigue sin ceder: no quiere capitalizar los 120 millones de euros del rescate que inyectó en plena pandemia. A través de FTI Consulting, la sociedad estatal continúa buscando un nuevo socio con liquidez para salvar a la empresa, pero de momento sin éxito.
La dirección de Duro Felguera intenta que el Juzgado Mercantil Número 3 de Gijón le conceda una nueva prórroga (ya se le dio una en marzo), pero el juez no lo ve claro: no hay avances concretos y el tiempo se agota para la que es la compañía cotizada más veterana de la Bolsa española, con 120 años a sus espaldas.
¿Qué necesita Duro Felguera para sobrevivir?
La cifra mágica ronda entre 35 y 40 millones de euros. Sin eso, la caída es prácticamente inevitable. Pero ni la SEPI ni los principales accionistas los grupos mexicanos Prodi y Mota-Engil México, quieren meter más dinero. Ya pusieron 120 y 90 millones respectivamente. Los fondos de inversión que han mostrado interés piden condiciones muy duras, y la banca y proveedores están hastiados con la empresa tras esa quita del 98% que consideran inaceptable.
Todo esto complica cualquier esperanza de obtener nuevos avales o mantener servicios esenciales. Y mientras tanto, nadie quiere ser el siguiente en arriesgar capital.
Un cóctel explosivo
La propuesta de quita impactaría directamente en los avales vivos (270 millones) con bancos y aseguradoras, que ya no serían exigibles una vez ejecutados. La deuda bancaria es de 14 millones y la deuda comercial ronda entre 45 y 50 millones. El préstamo de la SEPI, al ser público, no entra en la quita. Son 120 millones (100 participativos + 20 ordinarios) con intereses de casi dos dígitos y vencimientos a partir de 2027. Pero SEPI no está por la labor de condonar nada.
¿Y ahora qué Duro Felguera?
La empresa ha tanteado al juzgado para conseguir más tiempo, pero tras seis meses sin movimientos relevantes, el margen político y judicial está en mínimos. Desde finales de 2024, Duro Felguera ha estado intentando llegar a un acuerdo con acreedores y accionistas, sin éxito. La última esperanza es que, por los grises de la Nueva Ley Concursal, se autorice otra prórroga hasta septiembre.
Lo próximo: nombrar a un experto en reestructuración
El paso más inmediato es designar a un experto en reestructuración, figura introducida en la reforma concursal de 2022. El objetivo es que esta persona ponga valor a la empresa y valide el plan de reestructuración si hay consenso suficiente. Se han barajado hasta cinco nombres —como Abencys o Crowe—, mientras que otros como NK5 se han descartado por conflictos de interés (están trabajando en salvar a Imasa, competidor directo de Duro Felguera).
¿Y TSK?
Otra opción ya descartada era que TSK, otro gigante asturiano, lanzase una operación de rescate. Esta idea fue impulsada por el Sindicato de Accionistas Minoritarios (SAM), pero no ha ido más allá de un deseo. El propio Eduardo Breña, presidente del SAM, señaló que los accionistas mexicanos no descartan una fusión o integración futura, pero nadie ha hecho movimientos reales en esa dirección.
Desinversiones urgentes, pero insuficientes
Mientras se decide el futuro, Duro Felguera está vendiendo lo que puede:
Oferta de Indra por El Tallerón (menos de 2 millones de euros)
Venta en curso de su sede central en el Parque Tecnológico de Gijón
Desmantelamiento parcial del área de servicios industriales
Pero el gran problema es que estos movimientos no cubren las necesidades reales. En julio, por ejemplo, debe hacer frente al pago de dos nóminas, lo que supone cerca de 10 millones de euros. Y ahí entra otro tema delicado: el coste laboral.
La empresa tiene unos 1.600 empleados, con salarios que están entre un 20% y un 40% por encima del promedio sectorial, y con un nivel de absentismo muy elevado, según denuncian fuentes internas. Una estructura demasiado pesada para una compañía que lleva seis años seguidos en pérdidas operativas y ha consumido al menos 341 millones de euros en rescates y ampliaciones desde 2018.
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