El Departamento de Justicia de los Estados Unidos, el equivalente a nuestro Ministerio de Justicia, está valorando diversas formas de frenar el dominio de Google en el mercado de las búsquedas online. De entre ellas, una de las posibilidades que más fuerza está cogiendo en los últimos días es la de trocear o dividir la empresa.
Si se aplicara, esta medida sería muy importante, porque marcaría un antes y un después en los esfuerzos de la Administración Biden por controlar el poder de las grandes tecnológicas americanas y remodelaría por completo el panorama online actual.
Hace una semanas, un juez federal concluyó que Google es un monopolio en el ámbito de las búsquedas por internet. Esto deja una víctima colateral inesperada: Apple. Es por ello que, a día de hoy, la justicia estadounidense está sopesando qué medidas tomar para romper el reinado hegemónico de Google. Estas van desde forzar el intercambio de información con sus competidores hasta trocear la empresa. Este caso recuerda mucho a la batalla antimonopolio que libró Microsoft por el mercado de navegadores a finales de los 90.
¿Qué opciones hay sobre la mesa?
1. Dividir Google, separando Chrome y Android.
2. Obligar a Google a compartir sus datos de búsqueda con sus competidores, como por ejemplo, Bing, DuckDuckGo o Yahoo!
3. Prohibir los acuerdos con empresas como Apple para que Google sea el buscador por defecto en sus dispositivos.
4. Exigir que se implementen formas más sencillas para que los usuarios cambien de motor de búsqueda predeterminado.
Dificultades para dividir a Google
Dividir a Google en varias empresas no sería una tarea fácil, pues, a diferencia de lo que ocurrió con Microsoft en los 90, hay productos principales de la compañía hegemónica, tales como Chrome y Android, que no son negocios rentables por sí mismos. Esto se debe a que su única función es canalizar a los usuarios a su motor de búsqueda, el cual es su verdadero negocio.
Cabe destacar que cualquier decisión que se tome con respecto a Google tendrá implicaciones a largo plazo para la propia entidad, pero también para otras grandes, como Apple, Amazon o Meta. Estas también está siendo fiscalizadas a uno u otro nivel por sospechas monopolísticas.
En resumen, la división forzosa de Google en varias empresas puede parecer la solución más obvia a su monopolio, pero desenredar la maraña de productos y servicios interconectados que esta posee sería muy complicado.
Ahora, la pelota está en el tejado de Estados Unidos, que es quien tiene que decidir qué medida toma con Google tras la consideración judicial de su monopolio y conseguir que dicha medida sea eficaz, sin olvidarse de la importancia de no causar con ello demasiadas externalidades a todo el ecosistema de la mentada compañía.
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