Giorgio Armani, el icónico diseñador y empresario italiano, falleció este jueves a los 91 años, dejando un imperio empresarial que abarca moda, belleza, restaurantes, hoteles y discotecas, con ingresos de 2.300 millones de euros y un beneficio de 74,5 millones en 2024.
Nacido en Piacenza, Armani abrió su primer estudio de moda en Milán en 1973, y dos años después fundó oficialmente la compañía que llevaría su nombre junto a Sergio Galeotti. Lo que comenzó como una firma de ropa de lujo se transformó en un conglomerado internacional con 10.500 empleados, 2.704 tiendas en 60 países y 12 plantas de producción, abarcando sectores tan diversos como perfumes, maquillaje, muebles, restaurantes, dulces y flores.
A pesar de su éxito, el Grupo Armani no escapó a la crisis del lujo que afectó a otras grandes fortunas del sector. En 2024, los ingresos cayeron un 5%, mientras que el beneficio antes de impuestos se redujo un 66% respecto a 2023, reflejando la desaceleración de la demanda global y la incertidumbre macroeconómica, especialmente en China.
Armani mantuvo el control total de su compañía, a diferencia de otras marcas italianas de lujo absorbidas por conglomerados, lo que consolidó su patrimonio en unos 8.000 millones de euros, la sexta fortuna de Italia. El diseñador había declarado que no descartaba ni la salida a Bolsa ni la venta a un grupo mayor en el futuro, pero siempre buscó preservar la independencia de su marca.
El imperio de Armani incluye licencias con L’Oréal para belleza y fragancias, EssilorLuxottica para gafas, y Fossil Group para relojes. En 2024 inauguró en Nueva York un edificio de 12 plantas en Madison Avenue que alberga tiendas, un restaurante y apartamentos de marca Armani.
Armani también se enfrentó a controversias. En abril de 2024, la justicia italiana puso bajo administración judicial a Giorgio Armani Operations por casos de abuso laboral en la cadena de suministro. La investigación reveló subcontrataciones en talleres italo-chinos donde se pagaba a los trabajadores entre 2 y 3 euros la hora, con jornadas de hasta 10 horas diarias. En febrero de 2025, el tribunal levantó la administración especial tras constatar mejoras en el modelo organizacional y control de proveedores.
En cuanto a la sucesión, sin hijos directos, Armani planeaba una transición gradual de responsabilidades hacia su sobrino Pantaleo Dell’Orco, así como hacia otros familiares y empleados clave. Sus sobrinas Silvana y Roberta Armani y su sobrino Andrea Camerana también figuran en las quinielas para gestionar el legado del diseñador.
Giorgio Armani deja un patrimonio cultural y empresarial único, que combina la excelencia en moda y lujo con un enfoque estratégico en expansión internacional y diversificación, consolidando su nombre como símbolo de sofisticación global.
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