Grifols, la montaña rusa bursátil tras la opa fallida

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A principios de julio del año pasado, Grifols volvía al centro del huracán. La familia fundadora, junto al fondo de inversión Brookfield, anunció a través de la CNMV que estaban considerando lanzar una opa para quedarse con todo el capital que no controlaban y sacar la compañía de bolsa. El anuncio pilló al mercado por sorpresa y la cotización, que venía bastante tocada tras el duro informe de Gotham, se disparó.

Pero la fiesta duró poco. La opa se cayó antes de materializarse: la familia Grifols consideró que la oferta de 10,5 euros por acción era baja, sobre todo si se tenía en cuenta lo que decían los analistas. Aun así, dejó una secuela importante: el debate sobre las dos clases de acciones que tiene la biofarmacéutica la A, con derechos políticos, y la B, sin ellos y lo que eso significaba de cara a una posible opa.

La OPA de Grifols era muy complicada

Los bancos de inversión fueron claros: sin tocar los estatutos, no se podía hacer una opa con precios diferentes para cada tipo de acción. Resultado: la acción B (más barata) fue la que más subió, con la esperanza de un trato igualitario. Pero ni con eso llegó a igualarse con la A, y la diferencia de precio entre ambas se mantuvo.

De hecho, llegó a haber más de 8 puntos porcentuales de diferencia en la evolución de las dos acciones, a favor de la B. Y aunque tras la cancelación de la opa ese gap se ha recortado en casi 5 puntos, todavía queda más de 4 puntos por cerrar.

Entonces, ¿qué hace un inversor con esto? Pues si se está pensando entrar en Grifols, la A puede ser la jugada más interesante. No solo por la posible corrección pendiente en ese diferencial, sino porque los analistas (según datos de FactSet) ven más potencial de subida en la acción con derechos políticos.

Y no es poca cosa: desde el 1 de enero, Grifols A ha subido más de un 14% gracias a varios factores clave. Uno, su balance está mejorando. Dos, su negocio core empieza a estabilizarse. Y tres, acaban de cerrar la operación para sacar de bolsa a Biotest, su filial alemana. ¿El resultado? El consenso cree que puede subir otro 50% en los próximos 12 meses, hasta llegar a un precio objetivo medio de 15,9 euros. La B, en cambio, tiene un potencial más limitado.

Uno de los catalizadores clave fue el Capital Markets Day que celebraron en febrero, donde la compañía lanzó varios mensajes potentes: esperan aumentar ingresos un 7% este año y alcanzar los 10.000 millones en cuatro ejercicios. También anunciaron que volverán a pagar dividendo este mismo curso, tras dos años de parón. Eso no pasó desapercibido y, de hecho, Moody’s reaccionó subiendo su nota de B3 a B2 (aunque sigue siendo bono basura, pero con perspectiva positiva).

Un aumento del beneficio

En Barclays lo tienen claro: “Con la mejora del rating y un entorno económico más favorable en EE. UU., prevemos que Grifols siga por encima del mercado en los próximos años”. Y los números acompañan: este año se espera que tripliquen su beneficio neto hasta los 478 millones, y en 2026 podrían superar los 622 millones, lo que sería un 30% más.

Así que, a falta de opa, lo que queda es una Grifols que ha conseguido lavarse un poco la cara y volver a ilusionar. Al menos a los que aún creen en su potencial.

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