El sector del coche eléctrico está en plena transformación. Lo que hace un par de años parecía un boom imparable, ahora ha pegado un frenazo. La demanda se enfría, las marcas replantean sus estrategias y los fabricantes chinos empiezan a mirar con ganas a Europa. Y mientras en EE. UU. las tensiones políticas calientan el ambiente industrial, Jeff Bezos ha decidido que es el momento perfecto para mover ficha.
¿Su jugada? Apostar por una nueva compañía de coches eléctricos llamada Slate Auto, que prepara el lanzamiento de su primer modelo para 2026: una pickup eléctrica de dos plazas con un precio agresivo —unos 25.000 dólares— pensada para atraer a quienes buscan su primer coche eléctrico. Sí, suena a respuesta directa a una Tesla que, entre la bajada de reputación de Elon Musk y las nuevas reglas del juego político en EE. UU., está perdiendo fuelle.
¿Quién está detrás de Slate?
La historia empieza en 2022, cuando Re:Build Manufacturing, una empresa industrial creada por Jeff Wilke (exnúmero 2 de Amazon) y Miles Arnone, lanza el proyecto Re:Car, que luego se convertiría en Slate Auto. La conexión con Amazon no es casual: la firma sigue la lógica de naming de eventos tech de la compañía de Bezos, como re:MARS, y nace con ADN industrial, tecnológico y ambición global.
En 2023, Slate se independiza oficialmente y levanta 111 millones de dólares en una ronda donde ya aparecen nombres potentes: Jeff Bezos y Melinda Lewison (quien gestiona su patrimonio). Un año después, la compañía lanza otra ronda y emite 500 millones de acciones a 2,37 dólares cada una, aunque aún no se ha confirmado cuánto recaudaron exactamente.
Entre los inversores más recientes están pesos pesados como Mark Walter (LA Dodgers y Guggenheim Partners), Thomas Tull (Legendary Entertainment) y Diego Piacentini, otro ex-Amazon. Walter y Tull, por cierto, también están detrás de un fondo brutal de 40.000 millones para invertir en IA. Nada mal el networking.
Producción low cost, pero sin perder el foco por parte de Jeff Bezos
Slate Auto se está preparando para competir jugando fuerte con el precio. El modelo de negocio apuesta por una doble línea de producción: coches y accesorios, lo que permite ajustar márgenes. De hecho, han fichado a cientos de exempleados de Stellantis y Harley-Davidson, dos marcas con experiencia en optimización industrial y fabricación a escala.
Todo eso desde Troy, Michigan, en el corazón de la industria automovilística estadounidense, donde Slate está creciendo en silencio… pero con paso firme. La cantidad de ofertas de empleo en los últimos meses deja claro que están calentando motores de cara a su gran salto.
¿Por qué ahora?
El contexto es más que propicio. Por un lado, Tesla está atravesando un bache, tanto por la figura polarizante de Musk como por la caída de la demanda y los problemas para seguir siendo “cool” a ojos de una parte del mercado. Por otro, Trump amenaza con nuevos aranceles y una política industrial proteccionista, lo que obliga a muchas firmas a relocalizar su producción en suelo estadounidense.
Bezos lo ha visto claro: hay un hueco para una marca eléctrica made in USA, más accesible, con buena ingeniería detrás y sin el ruido mediático de Tesla. Además, la elección de una pickup truck, el tipo de vehículo más vendido en EE. UU. (Ford F-Series manda), no es casual. Es una forma directa de competir en el terreno donde más se juega.
¿Puede Slate Auto convertirse en la “Tesla del pueblo”?
Es pronto para saberlo, pero la estrategia está bien planteada. Con inversores sólidos, un precio rompedor, un diseño adaptado al mercado local y una narrativa mucho más “mainstream” que la de Tesla, Slate tiene todos los ingredientes para dar guerra.
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