El presidente Donald J. Trump ha vuelto a sacudir la opinión pública estadounidense con un anuncio inesperado desde su red social Truth Social: Coca-Cola cambiará su fórmula en Estados Unidos, sustituyendo el controvertido jarabe de maíz de alta fructosa por azúcar de caña, un ingrediente que ya se utiliza en las versiones europeas del refresco.
Aunque Coca-Cola no ha confirmado oficialmente el cambio, sí ha emitido un comunicado ambiguo en el que agradece el «entusiasmo del presidente Trump» y promete «novedades próximamente». La medida, promovida dentro de la campaña «Make America Healthy Again» (MAHA), impulsada junto a Robert F. Kennedy Jr., busca reducir el consumo de ingredientes asociados a la obesidad y otras enfermedades metabólicas.
Un cambio histórico… y polémico
El uso del jarabe de maíz ha sido ampliamente defendido por los poderosos lobbies agrícolas del Midwest, al ser un subproducto clave del maíz estadounidense subvencionado. La Corn Refiners Association, a través de su presidente John Bode, ya ha advertido que esta decisión podría afectar a miles de empleos y aumentar los costes de producción de numerosas empresas alimentarias.
“No tiene ningún sentido desde el punto de vista económico. Este cambio no solo perjudica al consumidor, también desestabiliza una cadena agroindustrial entera”, ha afirmado Bode.
La polémica no solo es nutricional o industrial, sino profundamente política, al tocar el delicado equilibrio de subvenciones agrícolas, el papel de los insiders del Partido Republicano en estados como Iowa o Nebraska y el simbolismo nacional del producto.
Coca-Cola y la estrategia de imagen
En una imagen que ya ha dado la vuelta al mundo, Trump posó sonriente con una botella de Coca-Cola en la mano y el mensaje «Tómate una Coca-Cola con Trump«. Aunque el gesto parezca anecdótico, representa una maniobra de comunicación cargada de mensaje electoral y populismo alimentario.
Los analistas debaten si el movimiento responde a una genuina preocupación por la salud pública, o si se trata de una estrategia para reposicionarse mediáticamente y conquistar simpatías en un año electoral decisivo.
¿Una Coca-Cola más saludable?
El azúcar de caña, aunque tampoco es inocuo en grandes cantidades, es visto por parte de la comunidad científica como un edulcorante menos problemático que el jarabe de maíz, vinculado a trastornos metabólicos en múltiples estudios.
Europa, México y otros países ya utilizan fórmulas endulzadas con azúcar tradicional. De aprobarse de forma definitiva en Estados Unidos, la medida supondría el mayor cambio en la receta del icónico refresco desde el fallido experimento de la «New Coke» en los años 80.
Una batalla más grande que un refresco
La noticia reabre el debate sobre alimentación, salud pública, proteccionismo agrícola y populismo político. En el centro, una pregunta que va más allá del marketing: ¿puede una bebida emblemática convertirse en símbolo de una agenda política?
La respuesta, como todo en el universo Trump, dependerá tanto del sabor como del espectáculo.
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