El drama del parado: conformarse con puestos de baja calidad

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El mercado laboral en España enfrenta un reto monumental: encontrar empleo para los casi 2,6 millones de parados registrados en las oficinas públicas de empleo. A pesar de haber alcanzado un récord en el número de ocupados, el país sigue teniendo la tasa de paro más alta de la Unión Europea. Esto plantea la cuestión de si los trabajos que buscan los desempleados se ajustan a las oportunidades de contratación disponibles.

Según los datos del Observatorio de las Ocupaciones del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), el 47% de los empleos buscados por los parados pertenecen a grupos ocupacionales de menor cualificación, que requieren menos formación y conllevan menor responsabilidad, además de ofrecer salarios más bajos. Cuatro de cada diez demandas de empleo se centran en las denominadas «ocupaciones elementales», los puestos de nivel más bajo y peores condiciones laborales, reflejando un porcentaje similar al de las contrataciones efectivas.

Al inscribirse en los servicios públicos de empleo, una persona desempleada puede solicitar trabajo en hasta seis ocupaciones específicas. A 31 de diciembre de 2023, había 10,7 millones de solicitudes de empleo, una reducción interanual del 5,8%. Con un paro registrado de 2.707.456 personas (un 4,6% menos que a finales de 2022), esto implica que cada desempleado solicitó trabajo en un promedio de 3,9 ocupaciones diferentes.

Entre 2014 y 2023, el número de solicitudes de empleo disminuyó un 38,6%, mientras que el paro lo hizo en un 39,1%. La distribución de estas solicitudes se concentra en 501 ocupaciones específicas, de las más de 700 que recoge la Clasificación Nacional de Ocupaciones. Estas ocupaciones se dividen en tres grandes bloques según la cualificación y las condiciones laborales: alta, media y baja.

Distribución por grupos ocupacionales

El bloque de alta cualificación, que incluye puestos de alta responsabilidad y formación superior, representa solo el 14,6% del total de solicitudes. En este bloque, los «técnicos y profesionales científicos e intelectuales» suponen el 6,3%, y los «técnicos y profesionales de apoyo» el 7,7%, mientras que los directivos y gerentes apenas alcanzan el 0,61%.

El bloque medio, que incluye trabajadores especializados con menores exigencias formativas, supone el 38,4% de las solicitudes. Aquí, los «trabajadores de los servicios de restauración, personales, protección y vendedores» son el grupo más numeroso, con un 25,4% del total. Les siguen los empleados contables, administrativos y otros empleados de oficina con un 10,1%, y los trabajadores cualificados agrarios con un 2,8%.

El bloque de baja cualificación, que incluye empleos con peores salarios, representa el 47,1% del total. La mayoría se concentra en «ocupaciones elementales», que suman el 33,6% de las solicitudes. Los «artesanos y trabajadores cualificados de las industrias manufactureras y la construcción» representan el 8,9%, y los «operadores de instalaciones y maquinaria, y montadores» el resto.

Coincidencia y desajuste entre oferta y demanda

Aunque la distribución de las demandas de empleo es similar a la de los contratos registrados, hay desajustes significativos al comparar las ocupaciones más demandadas con las más contratadas. Por ejemplo, la ocupación de personal de limpieza de oficinas y hoteles es la más demandada, sumando el 9,1% de las demandas, pero solo representa el 5,4% de los contratos. En contraste, la profesión de camareros asalariados, la más demandada por las empresas con 1,5 millones de contratos (10,3% del total), solo supone el 3,1% de las solicitudes de empleo.

Esta discrepancia sugiere que, aunque en términos generales hay una correspondencia entre la demanda de empleo y las contrataciones, existen diferencias importantes en ocupaciones específicas que complican la situación laboral de muchos desempleados. La reforma laboral y las políticas de empleo deberán abordar estos desajustes para mejorar la efectividad del mercado laboral español y reducir su elevada tasa de paro.

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