La estabilidad en el empleo sigue siendo un reto para España

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Según los últimos datos de la Estadística de Flujos de la Población Activa (EFPA), el 94,5% de la gente que trabajaba al final del año seguía trabajando al principio del siguiente, un récord histórico. A primera vista, parece que la reforma laboral de 2021 ha funcionado, ¿no? Pues no es tan sencillo.

España sigue siendo uno de los países con mayor volatilidad laboral en Europa. Aunque hay más contratos fijos que nunca, la tasa de temporalidad bajó del 25,6% al 15,1%, la estabilidad real del empleo no mejora tanto. O sea, que muchos trabajadores con contratos indefinidos siguen perdiendo su empleo de un trimestre a otro. Esto se debe en parte a los contratos fijos discontinuos, que se activan solo en ciertas temporadas, pero también a los contratos indefinidos normales.

Para entenderlo mejor, hay que recordar que la última reforma laboral logró un acuerdo histórico entre sindicatos y patronal (algo que antes no había pasado) para reducir la temporalidad. Pero que haya más contratos fijos no significa que el empleo sea menos inestable, porque los trabajadores pueden cambiar de empresa, contrato o incluso quedar sin empleo de un trimestre a otro.

Del empleo al paro

Además, España tiene la particularidad de que más trabajadores que pierden su empleo van directamente al paro en lugar de pasar a la inactividad (como ocurre en otros países europeos). Esto indica que la inestabilidad laboral sigue siendo alta y que la temporalidad sigue siendo la principal causa de bajas en la Seguridad Social.

Comparándonos con Europa, España sigue siendo uno de los países con peor tasa de permanencia en el empleo, solo superado por Finlandia y Suecia. Pero ojo, estos países también tienen problemas de mercado laboral que no deberíamos ignorar, como la diferencia en condiciones entre trabajadores nacionales y extranjeros.

La reforma laboral ha hecho que menos gente tenga contratos temporales, pero la estabilidad en el empleo sigue siendo baja. La precariedad no desaparece solo con cambiar el tipo de contrato. Si queremos avanzar de verdad, habrá que mirar más allá y diseñar políticas que afronten los problemas estructurales del mercado laboral.

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