Políticas DEI: ¿Es el principio del fin?

Donald Trump ha puesto patas arriba la economía de EE.UU., también en lo que a derechos humanos se refiere. El presidente ha dinamitado las denominadas políticas DEI creadas en su país hace más de sesenta años para combatir desigualdades. ¿Cuáles serán sus consecuencias en el resto del mundo?

Políticas DEIPolíticas DEI

Se crearon en los años 60, cuando los movimientos sociales y de derechos civiles comenzaron a abogar por la igualdad de oportunidades. Presidentes como Lyndon B. Johnson, quien, con su firma de la Ley de Derechos Civiles de 1964, estableció un marco legal para combatir la discriminación racial y de género, o Barack Obama, el fundador de la Oficina de Diversidad e Inclusión en el Gobierno Federal norteamericano, han sido fundamentales en el desarrollo y la implementación de las denominadas políticas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) en Estados Unidos.

Pero con la llegada de Donald Trump al poder, todo lo construido en estos sesenta años ha comenzado a desquebrajarse. Ya en su primer mandato, empezó a promulgar un mensaje de ilegalidad de todas aquellas políticas que buscaran promover la igualdad de trato entre todos los colectivos y de alegar que este tipo de medidas iban en contra de su idea de nación. Y más recientemente, desde su toma de posesión como el 47º presidente norteamericano, a principios de este año, ha revocado numerosas órdenes ejecutivas que promovían la diversidad y la igualdad en el Gobierno, los espacios laborales y la atención sanitaria, así como los derechos LGBTQ. Al mismo tiempo, ha emitido otras nuevas para acabar con los programas federales de diversidad o reconocer oficialmente únicamente dos géneros.

Como destaca Aránzazu Narbona, profesora de Esade, “si nos fijamos en la evolución de uno de los pilares de las políticas DEI, como es la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, los datos históricos muestran que estamos viviendo un punto de inflexión, pues durante muchos años se había llevado a cabo un apoyo explícito con estos compromisos de igualdad y la implementación de políticas dentro de las empresas y sistemas de cuotas en la alta dirección, y sin embargo, estos últimos años la tendencia está cambiando”. Y añade: “Estos datos subrayan la necesidad de estrategias de DEI robustas y lideradas por altos ejecutivos para acelerar el avance hacia la igualdad de género en el mercado laboral. Quizás este nuevo entorno internacional que Trump está marcando desde su llegada puede dificultar aún más este compromiso”.

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Aránzazu Narbona, profesora de Esade

Sonia Jaén, responsable del Departamento de Consultoría de Concilia2, da un paso más al afirmar que “la eliminación de políticas DEI en EE.UU. ha enviado un mensaje preocupante a nivel global, debilitando el compromiso internacional con los derechos humanos, la igualdad y la inclusión. Está suponiendo un retroceso en estándares internacionales y alienta a otros actores a no priorizar la diversidad como un valor estratégico y ético”. En su opinión, esta situación va a afectar a las relaciones comerciales, ya que la sostenibilidad y el cumplimiento de ciertos estándares de derechos humanos son requisitos crecientes en los acuerdos internacionales.

ESTADOS UNIDOS VS ESPAÑA

La sombra del presidente de Estados Unidos es demasiado alargada. Incluso ha sido capaz de pedir a las empresas españolas que no apliquen políticas de igualdad y diversidad para poder operar con su país. Inmediatamente, surge la pregunta. ¿Es esto legal? “Trump puede imponer estas exigencias a los proveedores que tienen contratos con el gobierno de Estados Unidos, incluso si dichos proveedores están ubicados en el extranjero. Sin embargo, esta imposición crea un conflicto significativo con las leyes y normativas locales de los países europeos, incluyendo España, donde las políticas de igualdad y diversidad son obligatorias para empresas con más de 50 empleados”, dice Narbona, de Esade.

Por si esto no fuera suficiente, el pasado mes de febrero, también su administración emitió un comunicado a todas las embajadas norteamericanas exigiendo a sus proveedores que confirmaran su cumplimiento con la prohibición de programas de DEI. Aquellos que no presenten la información requerida y no confirmen su cumplimiento pueden enfrentarse a la congelación de los pagos. Ante esta, cuanto menos dudosa situación, España no se ha quedado con los brazos cruzados. Y es que “la Vicepresidencia Segunda y Ministerio de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, considera que exigir a empresas que no apliquen políticas de diversidad para poder operar con Estados Unidos es una flagrante vulneración de la legislación vigente en nuestro país”, destacan fuentes de dicha cartera.

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Sonia Jaén, responsable del Departamento de Consultoría de Concilia2

Y añaden: “Trabajo recuerda que las empresas españolas tienen que cumplir escrupulosamente tanto con los planes de igualdad y la normativa relativa a la igualdad como con la protección de la diversidad vigente en nuestro ordenamiento jurídico y constitucional. Por tanto, no permitirá que ninguna compañía esquive el marco normativo del que nos hemos dotado democráticamente y que se incumplan los obligados compromisos de igualdad, diversidad y no discriminación para poder operar con EE.UU.”.

Pero si en territorio ajeno al estadounidense, como es el español, estas políticas no pueden ser seguidas por las empresas porque chocan con el derecho de cada país, en Estados Unidos, sí hay firmas que han empezado a obedecer y hacer realidad en cierta medida los deseos del presidente estadounidense. ¿Miedo a represalias, quizá? Como destaca Jaén, de Concilia2, “las empresas que eliminen sus programas DEI para alinearse con este planteamiento pueden sufrir pérdida de reputación, fuga de talento, disminución de competitividad e incluso sanciones, como puede ser el caso de España, donde estas políticas son obligatorias”. Por otro lado, aquellas que mantengan su compromiso con la igualdad y la diversidad podrían enfrentarse a presiones políticas o dificultades para operar en ciertos entornos, pero fortalecerán su posición ética y sostenibilidad a largo plazo”.

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LAS QUE HAN EMPEZADO A OBEDECER

En el equipo de las que sí han empezado a tener algún gesto con Trump, se encuentran firmas como Pepsi. La compañía liderada por Ramon Laguarta ha eliminado a su jefe de DEI y ha anunciado que pone fin a objetivos de diversidad en contrataciones, entre otras medidas. O Google, que ha puesto fin a sus objetivos de contratación ligados a la representación y ha eliminado referencias a diversidad, equidad e inclusión en su informe anual presentado ante la SEC. Meta ha desmantelado su estructura DEI. En el caso de Amazon, la firma de Jeff Bezos ha informado que está parando algunos de sus programas de DEI, aunque sin más especificaciones. Y McDonald’s ha eliminado sus metas aspiracionales de representación y suspendido su promesa de diversidad para proveedores.

Jaén, de Concilia2, destaca que “estas multinacionales, pese a las presiones en EE.UU., mantienen en España y en Europa políticas de diversidad e inclusión debido a la normativa vigente y al valor estratégico que la diversidad representa para su imagen global. En general, las grandes corporaciones son conscientes de que cumplir con los estándares de igualdad es un factor de competitividad internacional y una exigencia creciente de las personas consumidoras y accionistas”. Y concluye: “El futuro exige redoblar esfuerzos para proteger y fortalecer las políticas de igualdad y diversidad. Si bien pueden surgir presiones políticas en determinados contextos, los principios de equidad, inclusión y no discriminación forman parte de la agenda global de derechos humanos y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Las organizaciones que inviertan en DEI serán más resilientes, sostenibles y tendrán una ventaja competitiva en el mercado global. Porque la defensa activa de la igualdad no debería ser solo una cuestión legal, sino un imperativo ético y estratégico”.

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