Rugby, escuela para la empresa… y la vida

Lleva los valores deportivos al campo empresarial y cumplirlos, tanto por parte de los directivos como de los equipos, crearía organizaciones sólidas y tendría consecuencias positivas en la cuenta de resultados

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“El fútbol es un deporte de caballeros jugado por villanos, mientras que el rugby es un deporte de villanos jugado por caballeros”. Seguro que le suena este conocido proverbio inglés que da una idea de las diferentes percepciones que se tienen de quienes protagonizan cada uno de estos deportes y del propio significado de la palabra caballeros. Y es que hablar de rugby es hacerlo de valores como integridad, pasión, solidaridad, disciplina y respeto, reconocidos por la WR (World Rugby), el organismo que gestiona este deporte a nivel mundial, y que, además de ser parte del ADN de esta disciplina, se cumplen a raja tabla en cada partido.

Y son valores que también podrían -es más, convendría- que fueran incorporados por las empresas. A ellos Pablo Gutiérrez, exjugador de la Selección Española, añade otros, como la resiliencia, porque, como asegura, “en un partido internacional hay 169 placajes de promedio, y 169 veces te caes al suelo. Y no está mal visto caerse, sino no levantarte rápido para ayudar a tu compañero”. Pero el valor que, al igual que Jaime Nava, mítico excapitán de la Selección Española, considera más importante es la humildad, “ya que en el rugby no hay medallas individuales, sino que se trabaja para el equipo. Los egos no existen, es más, están mal vistos”. El compromiso es otro valor determinante.

En su opinión, son unos valores positivos que siempre pueden y deben estar presentes en el ámbito profesional, ya que “sin ellos, cualquier proyecto de cultura organizacional quedaría incompleto. Hoy en día un proyecto de cultura sin valores no tiene mucho sentido. A partir de ahí, debemos incluir en ese proyecto un código ético que marque la manera en la que queremos actuar y queremos llevar a cabo nuestras acciones, y que este código se ajuste a nuestra identidad y a nuestro propósito como organización”.

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Antonio Márquez Benlloch

Todo ventajas

Por su parte, Norbert Monfort, profesor del departamento de Direcciones de Personas y Organización de Esade, destaca que llevar estos valores al campo empresarial crearía organizaciones más sólidas. “Ninguno de ellos habla de orientación a resultados, pero, sin duda, la óptima aplicación de ellos nos daría una cuenta de resultados que dejaría satisfechos a nuestros accionistas porque los trabajadores tendrían un nivel de engagement tal que llevaría a dar lo mejor de ellos en cada momento”. Gutiérrez da un paso más al asegurar que “una empresa sin valores es una empresa sin alma”.

Como en cualquier compañía, en el rugby, el papel del capitán es fundamental, dado que es la voz de esos valores, es el referente. Es un ejemplo, con su liderazgo, de lo que el entrenador desea para el equipo. Porque una vez empezado, el partido es quien decide en el campo, y el entrenador pasa a un segundo plano. “El capitán es nuestro faro”, destaca Gutiérrez. “Es el encargado de sacar el máximo partido al equipo, sabiendo que sus skills y capacidades son distintas. Y sobre todo colocar a cada uno en una posición donde se sienta cómodo, feliz y de lo mejor al equipo”.

Bien lo sabe el excapitán de la Selección Española. Desde su punto de vista, las funciones más destacadas del capitán de un equipo de rugby son “entender, salvaguardar y compartir de manera clara y concisa los objetivos y el propósito del equipo, así como ser un ejemplo en el campo de juego en cuanto a actitud, esfuerzo y sacrificio. Para ello, no se necesita ser un auténtico fuera de serie en el aspecto técnico, pero sí en el factor humano”. Y añade. “El capitán debe ser el portavoz del equipo a nivel interno entre jugadores y staff técnico, y también en ciertas ocasiones de puertas hacia fuera. Cuando se le requiere. Por último, ha de gestionar y mantener a raya los egos que puedan poner en riesgo el espíritu del equipo, así como identificar los posibles perfiles tóxicos”.

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Pablo Gutiérrez

Misma visión estratégica

Para Nava, el capitán de un equipo de rugby y el directivo de una compañía son perfiles que comparten una visión estratégica de sus proyectos y que, llegados a un cierto punto, van a tener que defender y tomar decisiones que puedan afectar, para bien o para mal, al resultado de las entidades que ambos representan. “Un capitán en el rugby es la extensión del ‘staff’ técnico y su ‘Head Coach’ en el campo de juego, igual que lo es un CEO de su consejo de administración o comité asesor”.

Y si hay alguien al que mirar y admirar, tanto para Nava como para Monfort, ese líder sería “sin duda, Richie McCaw, de los All Blacks de Nueva Zelanda, el equipo con mayor ratio de victorias sobre partidos jugados”. Y a nivel nacional, Gutiérrez destaca al propio Jaime Nava, por el ejemplo que han dado dentro y fuera del campo.

Pero, ¿qué sería un capitán sin su equipo? En el rugby, como en el equipo de una empresa, es tanto o más importante el rol como la tarea. El papel que desempeña cada miembro del equipo es esencial para el óptimo desempeño y para la consecución de los resultados. “En el mundo empresarial deberíamos preocuparnos, no solo por la labor técnica que realiza cada persona, sino también por lo que aporta para el funcionamiento del engranaje del equipo. Y es aquí donde, de nuevo, la diversidad es fundamental ya que cada persona puede aportar su valor intrínseco”, destaca Monfort.

Nava es categórico. “Sin el equipo no hay capitán. En el rugby hay demasiadas variables y demasiadas áreas que cubrir. Un capitán no puede llegar a todas ellas, es imposible, y además. no es bueno. Necesita la ayuda de otros ‘jefes’ de área que las lideren y las desarrollen. Porque además son áreas que requieren de especialistas, con una labor intrínseca muy concreta”.

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Jaime Nava

El tercer tiempo

Pero al igual que en la empresa, en el rugby no todo es idílico. ¿Qué ocurre entonces? Gutiérrez asegura que “en la empresa, las peleas son peores, porque muchas veces se enquistan y se guarda rencor mucho tiempo y se bloquean las relaciones. En cambio, en el rugby, estas rencillas se pasan más rápido, ya que una vez el arbitro pita, te vas al tercer tiempo -el momento en el que, una vez finalizado el partido, las dos aficiones que han animado a sus equipos se van a tomar cervezas juntas. Y los dos equipos también hacen lo mismo-.

Es entonces cuando, como destaca, Monfort, en el vestuario de los All Blacks, el capitán del equipo y el entrenador se quedan recogiendo el vestuario mientras el resto de jugadores se van a disfrutar de la merecida cerveza con el equipo rival. ¿Por qué? Muy sencillo puesto que, en la filosofía All Blacks, para el entrenador y el capitán es un honor y un orgullo servir a sus jugadores. En las empresas demasiados directivos prefieren ser servidos que servir.

El ex capitán concluye diciendo que “no creo que haya una sola lección o aprendizaje a través del rugby que no sirva para la vida o la empresa. El rugby nunca falla, si acaso le fallan las personas al rugby, y eso también sucede”.

Acceda al reportaje completo en Business People de julio-agosto de 2024 o en su versión digital.

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