Elon Musk vive en un estado de estrés permanente que le provoca problemas estomacales y, además, padece trastornos del sueño; Aaron Swartz, cofundador de Reddit, se suicidó con 26 años; y Steve Jobs sufría Trastorno Obsesivo Compulsivo de la Personalidad (TOPC), además de padecer otros trastornos alimenticios. Y es que, según un estudio de la Universidad de Berkeley, el 72% de los emprendedores tienen problemas de salud mental y el doble de probabilidades de suicidarse. Son solo tres ejemplos de grandes líderes empresariales que han pagado el peso de ese liderazgo con su salud mental.
Estrés -sobre todo burnout-, ansiedad, depresión y trastornos del sueño son los grandes retos de salud mental a los que se enfrentan los directivos hoy en día. Gonzalo Felipe Llanes, profesor de IE Center for Health & Well-being de IE University, destaca que, “según el barómetro LHH Executive sobre Liderazgo Directivo en España, la sobrecarga de trabajo es el principal aspecto que puede generar problemas de la salud mental. Le sigue el no poder conciliar vida personal y laboral, un entorno de trabajo conflictivo y la no desconexión”. Por su parte, Aitor Tena, profesor de EAE Business School, añade “la elevada presión, la toma de decisiones difíciles y de alto impacto, la continua y veloz gestión del cambio o el frenético ritmo de vida que lleva asociada la posición”.
A pesar de que ningún directivo -ni nadie-, estamos libres de padecer estrés, Jon Segovia, profesor de Desarrollo Personas y Gestión del Cambio de Deusto Business School, apunta que “hay sectores más proclives, como el bancario, el de la automoción, el legal o el de la medicina. Y ciertos puestos, como el director de operaciones tienen niveles de estrés muy altos”.
El directivo como el súper hombre
Es frecuente que muchas veces la figura del directivo lleve asociada una cierta imagen de superman o superwoman que puede con todo. A ello se une un cierto tabú que todavía existe respecto a los retos de salud mental, y especialmente en este colectivo, que parece que deba aguantarlo todo.
Por ello, se hace necesario buscar soluciones. Hay muchas y muy variadas, pero Llanes, de IE University, es de los que prefieren prevenir que curar. Así, señala que “algunas de las estrategias más recomendadas pasan por formar a estos líderes para que identifiquen signos de angustia, respondan adecuadamente y comprendan su papel de apoyo a los empleadoss; formar en alfabetización en salud mental a los empleados; hablar abiertamente de salud mental y fomentar la igualdad entre enfermedades físicas y los trastornos de salud mental o usar estrategias educativas basadas en el contacto, como compartir historias de personas, empleados y líderes, que han tenido estos problemas”.
En cualquier caso, Tena, de EAE, recomienda el acompañamiento de los profesionales expertos. Además de este coach o confidente, Segovia, de Deusto, también aconseja la búsqueda de “un santuario o espacio donde te reunes con uno mismo, donde bajar la velocidad y saber estar solo”. El deporte, así como actividades de mindfulness o la meditación, son más que recomendables. Porque, como apunta Segovia, “el 46% del tiempo nuestra mente piensa en el pasado, muy relacionado con la depresión, y en el futuro, que tiene que ver con la ansiedad, y se olvida de pensar y vivir el presente, el único tiempo real”. Otra solución tiene que ver con la conciliación familiar y la potenciación de los hobbies.
Y es que si no se ponen soluciones, estos problemas derivan en problemas físicos y patologías de difícil tratamiento, y que pueden conllevar un deterioro de la salud y la necesidad de tratamiento clínico, bajas médicas e incapacidad. Es más, en muchas de estas ocasiones, pueden conducir a aislamiento, adicciones o divorcios.
En este sentido, los directivos de compañías de países más avanzados, como Alemania o los países escandinavos, llevan tomando medidas desde hace años. A la cola, se situarían países como China o Bangladesh, dice Jon, de Deusto.
Como asegura Carlos León Cortés, profesor de Esade Business & Law School, “cada vez más empresas disponen de programas de bienestar mental y emocional, y aunque el 87% de los empleados tiene acceso a ellos, solo el 23% los utiliza”. Entre las razones del no uso, destaca el miedo a la estigmatización en temas de salud emocional, la falta de apoyo del líder y la carencia de tiempo. De ahí que sea clave normalizar esta cultura del cuidado emocional. “Si el líder apoya, no se verá como una debilidad sino como algo normal”, añade León Cortés. Además, el experto señala que es clave la responsabilidad individual de cada líder en su autocuidado. El directivo “ha de ser modelo, aportando coherencia a la cultura del bienestar de la empresa, además de adquirir herramientas de autocuidado que puede extender a sus equipos”.
Porque, no nos engañemos, el ritmo frenético que vivimos, la inmediatez y la presión continua harán que los problemas de salud vayan a más si no tomamos medidas. Los datos apuntan a que así va a ser. De hecho, como señala Llanes, de IE Business School, “se habla de una crisis de la salud mental a muchos niveles, como en los jóvenes y en los trabajadores. Hay datos que empeoran considerablemente, como que la cifra de bajas por trastornos mentales y del comportamiento se ha duplicado en siete años”. Todo ello no hace más que avalar la afirmación de Segovia, de Deusto Business School: “cuidarse a uno mismo no es un lujo, es una necesidad”.
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