En el primer semestre de 2025 se firmaron 4,3 millones de contratos temporales, un 2,4% más que en el mismo periodo del año pasado. Pero de todos ellos, solo el 4,6% –unos 197.193– se convirtieron en indefinidos, lo que supone un descenso del 8% respecto a 2023. Mientras tanto, las prórrogas de contratos temporales se elevaron hasta las 532.496, un 2,4% más y ya representan el 12,4% del total.
Esto quiere decir que un trabajador con contrato temporal tiene casi tres veces más probabilidades de que se lo renueven a que le ofrezcan un contrato fijo. Y aún así, el 83% de estos contratos acaban extinguiéndose directamente cuando se cumple su duración.
¿Estancamiento o estabilización tras la reforma laboral?
El total de contratos firmados en estos seis meses alcanzó los 7,4 millones, apenas un 0,15% más que en 2024. Ese crecimiento mínimo abre un debate: ¿hemos llegado a un punto de equilibrio, o el mercado laboral se está estancando tras el efecto inicial de la reforma?
Los contratos indefinidos bajan un 2,8%, quedándose en 3,15 millones, la cifra más baja desde 2022.
Los temporales, por su parte, marcan récord de los últimos dos años, con ese pico de 4,3 millones.
El resultado es que la conversión de temporales en fijos apenas representa un 6,3% de la contratación estable actual, una proporción seis veces menor que antes de la reforma laboral, y también la mitad que en el primer año tras su entrada en vigor.
Las empresas están optando por contratar indefinidos desde el inicio, en lugar de transformar contratos eventuales, algo que suena bien pero tiene matices.
La comparación con 2019: más fijos, pero menos puertas de entrada
Si se comparan los datos actuales con los de 2019, antes de que la pandemia distorsionara el mercado laboral, el cambio es claro:
Los temporales han caído un 56%, de 9,9 a 4,3 millones.
Los indefinidos han crecido un 196%, de 1,1 a 3,15 millones.
Aun así, el número total de contratos ha bajado un 32%, de 10,9 a 7,4 millones.
Pero en 2025 se rompe la tendencia: los contratos temporales vuelven a crecer y ya suponen el 57,7% del total, un punto más que el año pasado. Aun así, siguen muy lejos del 90,3% que representaban en 2019, una reducción de más de 30 puntos que deja entrever que el margen de mejora empieza a agotarse.
Una puerta cada vez más estrecha al empleo estable
En 2019, el 37% de los contratos indefinidos venían de una conversión de temporal. En 2022, con la reforma recién estrenada, las conversiones aumentaron hasta 826.500 (un 25,2% del total), casi igualando las prórrogas.
Pero a partir de 2023 ese efecto se diluyó:
2023: 7,8% de conversiones
2024: 6,7%
2025: 6,3%
Y aquí está el matiz importante: antes de la reforma, ese 37% de trabajadores convertidos mantenía la antigüedad del contrato anterior. Ahora, solo el 6,3% lo hace. El resto empieza de cero.
¿Qué implica esto? Que aunque los contratos indefinidos han crecido un 343% desde 2019, si contamos las conversiones, el crecimiento real es del 195%. Dicho de otro modo: se firman más contratos indefinidos que nunca, pero el camino desde un contrato temporal es más estrecho que nunca.
Temporales que se renuevan más, pero se convierten menos
Si damos la vuelta al análisis y observamos cuántos temporales se convierten en fijos, los datos confirman esta tendencia:
2019: 4% de conversiones y 11,3% de prórrogas
2022: 13,1% de conversiones y 13,9% de prórrogas (casi empate)
2023: bajan a 6,8% y 9,8% respectivamente
2024–2025: conversiones caen al 4,6%, pero las prórrogas suben al 12,4%
La normativa también limitó las condiciones para prorrogar contratos, y aunque un mismo contrato puede ampliarse varias veces antes de hacerse indefinido, esto cada vez ocurre menos.
Antes de la reforma, solo el 35% de las conversiones ocurrían en los primeros seis meses. Ahora, son el 72,2%, lo que sugiere que las empresas deciden mucho más rápido si alguien continúa… o no.
Además, el 96,7% de las prórrogas en 2025 solo se hacen una vez, frente al 95% en 2019.
¿Mejor para el empleo o solo para las estadísticas?
Para el Ministerio de Trabajo, menos contratos firmados es una buena señal, ya que implica menos rotación y más estabilidad. Tiene sentido en sectores estructurados, pero no tanto en una economía como la española, marcada por la estacionalidad y las campañas.
La realidad es que, aunque el empleo indefinido ha aumentado, la vía del contrato temporal no se ha fortalecido como trampolín hacia la estabilidad. Y aunque la reforma no ha empeorado este mecanismo, tampoco lo ha reforzado:
En 2025, el 83% de los contratos temporales terminan sin continuidad
En 2019 eran el 84,7%
Es decir, apenas cambia.
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