Llevamos años hablando de la temporalidad en España y, aunque algo ha cambiado, hay una cosa que se mantiene: el papel protagonista de las ETTs, sobre todo en el sector industrial. Según Eurostat, un 4% de los asalariados en España trabaja para una empresa de trabajo temporal (ETT). Parece poco, pero nos coloca sextos en la UE, justo detrás de países como Letonia, Irlanda o Eslovenia.
Ahora bien, si miramos por sectores, la cosa cambia bastante. En la industria, ese porcentaje se dispara hasta el 8,6%, el más alto de toda Europa. Vamos, que en las fábricas españolas hay muchísima más gente contratada por ETTs que en cualquier otro país de la UE. Bastante heavy.
¿Por qué pasa esto?
Primero, contexto: las ETTs no operan igual en todos los países. Hay sitios donde tienen muchas más restricciones: no pueden contratar para según qué sectores o no les permiten determinados tipos de contrato. Además, Eurostat revisó su forma de contar estos datos en 2021, lo que generó algún que otro dato loco (como que en Luxemburgo, de repente, el 97% del empleo era por ETT, un dato claramente erróneo).
En España, lo que más ha cambiado no ha sido cómo se miden los datos, sino las leyes laborales. Con la reforma de 2021, se eliminó el contrato por obra y servicio, y se puso un recargo a las bajas en la Seguridad Social de contratos de menos de 30 días. A la vez, se dio más margen a las ETTs para contratar con modalidad indefinida fija discontinua, lo que les permite seguir trabajando en sectores con mucha rotación sin romper las reglas.
A pesar de esto, el peso de las ETTs se ha mantenido bastante estable desde 2019. Mientras el resto de países han subido (como Lituania o Países Bajos), nosotros estamos más o menos igual. Y eso que España ha bajado su tasa de temporalidad general del 26% al 15,9%. Pero parece que la ETT sigue siendo la vía favorita para cubrir necesidades puntuales sin pillarse los dedos.
¿Dónde están más presentes las ETTs?
Según datos del Ministerio de Trabajo, la mayoría de los contratos de ETT en abril de este año se firmaron en el sector servicios (55,7%), con especial peso en:
Logística (13%)
Alojamientos turísticos (12%)
Bares y restaurantes (6%)
Comercio minorista (6%)
Otro 26,5% va a parar a la industria, sobre todo a la alimentaria, y un 17,5% al sector agrario. ¿La construcción? Apenas pinta nada: solo 0,25%.
Ahora bien, esto refleja el número de contratos, no el porcentaje de trabajadores de cada sector que están en manos de una ETT. Para eso hay que ir a Eurostat, que divide los sectores en seis grandes grupos. ¿El resultado?
Agricultura: 3,7%
Servicios (hostelería, transporte, etc.): 4,7%
Oficinas (finanzas, inmobiliaria, consultoría…): 3,4%
Servicios auxiliares y empleo doméstico: 2,1%
Administración pública, educación y sanidad: 0,6%
Industria y construcción: 8,6%
Como vimos antes, la construcción aporta poquísimo a ese 8,6%, así que la industria está claramente dominando el uso de ETTs, especialmente en fábricas donde se necesitan ajustes de personal para cubrir turnos, vacaciones o picos de producción.
¿Y en el resto de Europa?
En la mayoría de países europeos, el empleo por ETT está más diversificado: no solo se usa en fábricas o logística, también tiene bastante peso en sectores de “cuello blanco” (tech, finanzas, administración pública…). Letonia e Irlanda, por ejemplo, superan el 7% en uso de ETTs, incluso en sectores más cualificados. España, sin embargo, se queda en un 0,6% en este tipo de empleos.
A pesar de los cambios legales, las ETTs siguen teniendo un rol muy concreto en España: cubrir trabajo manual y temporal, sobre todo en la industria. No han dado el salto a empleos más estables o cualificados como sí ha pasado en otros países europeos. Y, aunque la temporalidad ha bajado, la forma de gestionar necesidades de mano de obra “puntuales” no ha cambiado tanto.
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