Un equipo del Departamento de Química Orgánica de la Universidad de Córdoba, dirigido por el catedrático José Rafael Ruiz Arrebola, ha logrado un descubrimiento arqueológico sin precedentes en colaboración con el Ayuntamiento de Carmona. Han identificado en esta localidad sevillana el vino más antiguo del mundo, con más de 2.000 años de antigüedad, sustituyendo así a la famosa botella de vino de Speyer, fechada en el siglo IV d.C y conservada en el Museo Histórico de Pfalz, en Alemania.
En una nota de prensa, la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación, dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación, ha comunicado que probablemente Hispana, Senicio y otros cuatro habitantes de una tumba romana de Carmona descubierta en 2019, jamás imaginaron que su ritual funerario acabaría teniendo relevancia 2.000 años después por este descubrimiento.
Un hallazgo insólito
El hallazgo fue sorprendente. Los restos óseos de uno de los hombres estaban sumergidos en un líquido dentro de una urna funeraria de vidrio. Este líquido, que ha adquirido un tono rojizo con el tiempo, se ha conservado desde el siglo I d.C. «Nos sorprendió mucho que se conservara líquido en una de las urnas funerarias», explica Juan Manuel Román, arqueólogo municipal del Ayuntamiento de Carmona. La tumba se ha mantenido «intacta y bien sellada» durante todo ese tiempo, lo que ha permitido que el vino mantuviera su estado natural, descartando otras posibles causas como inundaciones o filtraciones.
Confirmación del descubrimiento
El principal reto del estudio fue comprobar las sospechas iniciales de que el líquido rojizo era, en efecto, vino. Para ello, se realizaron una serie de análisis químicos en el Servicio Central de Apoyo a la Investigación (SCAI) de la Universidad de Córdoba, cuyos resultados se han publicado en la revista Journal of Archaeological Science: Reports. Estos análisis incluyeron el estudio del pH, la ausencia de materia orgánica, las sales minerales, y la comparación con vinos actuales de Montilla-Moriles, Jerez y Sanlúcar.
Los Polifenoles: la clave del descubrimiento
La clave para identificar el líquido como vino fueron los polifenoles, biomarcadores presentes en todos los vinos. Utilizando una técnica capaz de identificar estos compuestos en muy baja cantidad, el equipo halló siete polifenoles específicos presentes también en vinos de Montilla-Moriles, Jerez y Sanlúcar. La ausencia del ácido siríngico, un polifenol particular, permitió identificar el vino como blanco. Sin embargo, esta ausencia podría deberse a la degradación por el paso del tiempo.
Un vino blanco de la Antigua Bética
Determinar el origen exacto del vino ha sido complicado, ya que no existen muestras contemporáneas para comparar. No obstante, las sales minerales presentes en el líquido de la tumba coinciden con las de los vinos blancos que se producen actualmente en la región que pertenecía a la antigua provincia Bética, especialmente en Montilla-Moriles.
Este descubrimiento no solo añade una pieza valiosa al rompecabezas de la historia enológica, sino que también subraya la importancia de la región en la producción vinícola desde tiempos inmemoriales. La combinación de tecnología avanzada y colaboración interdisciplinaria ha permitido que este fascinante hallazgo salga a la luz, enriqueciendo nuestro conocimiento sobre la cultura y las prácticas de nuestros antepasados romanos.
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