Asfixia fiscal

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Karl Marx defendía que “solo hay una manera de matar al capitalismo: con impuestos, impuestos y más impuestos”. ¿Está el Gobierno de España aplicando la ‘hoja de ruta’ del filósofo alemán o es el incansable incremento de la presión fiscal una simple huida hacia adelante para sostener el descomunal gasto de la Administración Pública?

La nueva cuota de solidaridad, que pagarán los salarios más altos a partir de 2025, es la última medida [al momento de hacer este artículo] implementada por Moncloa para rascar en el bolsillo de los españoles. Lejos de ser una tasa momentánea, su porcentaje crecerá año tras año hasta 2045, pero se trata tan solo de la punta del iceberg.

El Gobierno de España cerró 2023 con una recaudación en máximos históricos. En total, 271.935 millones de euros, un 6,4% más que el ejercicio previo. Un incremento de las arcas del Estado que fue promovido por el IRPF (un 9,9% más, hasta alcanzar un récord de 120.280 millones) y el impuesto de sociedades (un 9%, hasta los 35.060 millones). Sin olvidar los impuestos especiales que también repuntaron un 2,6% en el último año.

Con una presión fiscal del 38%, la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, presume abiertamente de que lo peor aún está por llegar y que Moncloa está trabajando para subir la presión fiscal en la actual legislatura.

Aunque desde el Gobierno mantienen el mantra de que la subida de impuestos solo afecta a “los que más tienen y a las grandes empresas”, la realidad es que también están sacando una importante tajada de la clase media española, no en vano es la gran pagadora dentro de la sociedad nacional.

Acorralar fiscalmente a las empresas tampoco parece la decisión más virtuosa, a menos que se esté persiguiendo la meta de aniquilar al capitalismo. El sector empresarial, que suele apostar por no inmiscuirse públicamente en debates políticos, muestra abiertamente su malestar. Uno de los ejemplos más claros es Iberdrola, quien alzó la voz contra la gran cantidad de impuestos y tasas diferentes que pagan las energéticas en el mercado español (con un total de 38 gravámenes estatales, autonómicos y locales) y por el impuesto temporal extraordinario para las grandes energéticas aprobado por el Gobierno.

Además, la compañía asegura que España es el país que soporta una mayor presión fiscal de todos los mercados en que opera. Una afirmación que está lejos de una pataleta empresarial. El Instituto Juan de Mariana desvela que España es el segundo país de toda la UE en el que más subió la presión fiscal entre 2019 y 2023. En concreto, se disparó en un 2,9%, por lo que pasó del 35,4% a superar el 38%.

“De hecho, nuestro país se sitúa muy por encima del promedio comunitario, que alcanzó el 0,1% del PIB durante el periodo estudiado. El peso de los impuestos sobre el PIB ha caído en trece países de la UE-27 y ha experimentado una subida inferior a un punto en el caso de otros siete socios comunitarios, de manera que la senda observada en España se aleja claramente de los patrones observados en el Viejo Continente y constituye un ‘estallido fiscal’ en toda regla”, precisa la entidad en el Indicador de Gestión Económica 2019-2023.

El Gobierno está convencido de que subir impuestos “es bueno” y que represente el buen estado de la economía. Esa que, simultáneamente, se va quedando sin oxígeno en cada sablazo fiscal que recibe. Asfixiada y sin salida.

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