Para Cristina Villarroya Gil, el liderazgo femenino va mucho más allá de las imposiciones o compromisos legales. La Managing Director de Wavemaker en España está convencida de que la transformación auténtica llega cuando la igualdad deja de ser una obligación y se convierte en una convicción compartida. Esa que permite a WPP Media contar con un 70% de mujeres en su Comité de Dirección.
La cifra de mujeres directivas cayó del 40% al 38,4% en España durante 2024. ¿Teme que estemos ante un estancamiento o retroceso en la representación femenina?
Es un toque de atención, sin duda. Llevo casi tres décadas en el sector del marketing y comunicación y he visto avances importantes, pero también retrocesos puntuales. Los cambios nunca son lineales, pero lo importante es no perder el foco y seguir trabajando para que estos datos sean solo una anécdota pasajera y no una tendencia.
En mi paso por empresas como L’Oréal, Estee Lauder, BBVA o WPP, he comprobado que los avances en igualdad requieren constancia y compromiso a largo plazo. Por eso, desde mi posición actual en Wavemaker, me esfuerzo cada día por mantener la diversidad como una prioridad estratégica y no bajar la guardia ante los retrocesos.
¿Qué cambios deben hacer las empresas para favorecer el acceso de mujeres a puestos de liderazgo?
La clave está en la cultura: necesitamos entornos donde la diversidad se valore de verdad, evitando el diversity washing. Flexibilidad, políticas de conciliación reales y programas de mentoring pueden marcar la diferencia. Pero, sobre todo, hay que romper con los sesgos inconscientes que aún persisten en muchos procesos de selección y promoción.
En mi experiencia he visto cómo la apuesta por el talento femenino transforma la dinámica de trabajo y la innovación. Por eso, colaboro activamente con asociaciones como Girls Technovation, Inspiring Girls o Mujeres Tech, porque creo que el cambio empieza tanto dentro como fuera de la empresa.

Cristina Villarroya Gil
En su caso, ¿cuál ha sido la barrera más persistente que ha enfrentado por ser mujer?
Una de las barreras más persistentes que he enfrentado como mujer en posiciones directivas es la necesidad constante de demostrar mi valía en entornos donde los estereotipos de género todavía pesan mucho; esto ha cambiado mucho en la última década. Además, no podemos olvidar el rol de cuidadora que tradicionalmente se asigna a las mujeres. Muchas veces, somos nosotras quienes damos un paso atrás en nuestra carrera para ocuparnos de los hijos, los padres u otros familiares, lo que supone una carga adicional. Por eso, insisto siempre en la necesidad de políticas de conciliación reales y en cambiar la cultura empresarial y social para que todas las familias puedan elegir libremente cómo organizarse, sin que suponga renuncias profesionales.
Desde su experiencia, ¿qué atributos diferenciales aporta el liderazgo femenino a la estrategia de negocio?
El liderazgo, en realidad, va de personas. Si bien es cierto que tradicionalmente se ha hablado de un liderazgo femenino más colaborativo y empático, y de un liderazgo masculino más orientado a los resultados, por suerte hoy en día estas diferencias tienden a difuminarse. He trabajado con hombres y mujeres que han desarrollado estilos de liderazgo muy diversos sin que cumplan con un rol determinado por su género, pero lo que he aprendido es que lo fundamental es saber adaptarse, escuchar y sacar lo mejor de cada equipo, independientemente del género.
La diversidad de género en los equipos directivos no solo enriquece la toma de decisiones, sino que también aporta una visión más integral y cercana a las necesidades del cliente. Cuando sumamos distintas perspectivas y experiencias, conseguimos anticipar tendencias, conectar mejor con los consumidores y, sobre todo, crear un entorno de trabajo donde las personas pueden desarrollarse plenamente. Para mí, ese es el verdadero valor del liderazgo inclusivo.
¿Qué iniciativas concretas propondría al ecosistema empresarial para cerrar la brecha de liderazgo?
Se trata de combinar acciones estructurales, formación, visibilidad y compromiso real de la alta dirección para crear un entorno donde las mujeres puedan llegar y mantenerse en puestos de liderazgo, impulsando así la innovación y el crecimiento de las empresas. Por nombrar algunas: mentoring, programas de desarrollo directivo y formación específica, redes de networking y foros de intercambio de buenas prácticas, e impulsar alianzas y plataformas colaborativas.

Cristina Villarroya Gil
¿La legislación sobre paridad está logrando una transformación real?
La ley ayuda, pero no es suficiente. Si no va acompañada de un cambio real en la mentalidad de las empresas y la sociedad, puede quedarse en un simple checklist. La transformación auténtica llega cuando la igualdad deja de ser una obligación y se convierte en una convicción compartida. Durante mi carrera he visto cómo la legislación puede abrir puertas, pero el verdadero cambio ocurre cuando la cultura de la empresa evoluciona. Por eso, además de cumplir la ley, me esfuerzo por crear entornos donde la diversidad sea una ventaja competitiva y no solo una exigencia legal.
¿Qué sectores considera que experimentarán una mayor transformación en términos de liderazgo femenino en los próximos años?
La IA y los datos están a la vanguardia de esta transformación. Cada vez veo más mujeres liderando proyectos de innovación y transformación digital, y según Deloitte, el número de mujeres en puestos de liderazgo en el sector TI crecerá un 30% para 2025. Pero lo más emocionante es que las nuevas generaciones ya no entienden de límites, y eso va a revolucionar todos los sectores.
Además, destacan otros ámbitos en plena evolución: El sector energético, especialmente en áreas vinculadas a la sostenibilidad y la transición ecológica; y el sector de la transformación digital y la innovación empresarial, no solo en grandes compañías, sino también en startups lideradas por mujeres, especialmente en campos como la ciberseguridad, la analítica avanzada y las soluciones sostenibles.
¿Cómo se imagina el liderazgo femenino en España dentro de una década?
Mucho más naturalizado, sin que tengamos que hablar de “liderazgo femenino” como algo especial. Espero que dentro de diez años las mujeres ocupen puestos de responsabilidad en todos los ámbitos y que la diversidad sea un valor tan integrado que ni siquiera necesite ser reivindicado. Confío en que el trabajo que estamos haciendo hoy —desde las empresas, asociaciones y la educación— dé sus frutos y que las próximas generaciones puedan liderar sin etiquetas ni barreras. Ojalá pronto hablemos solo de talento y resultados, y no de género.