Joan Punyet (nieto de Miró): «El color negro configura la identidad de su obra»

Joan Punyet MiróFoto de Francisco Ubilla

En el marco de la exposición Joan Miró: presencia del negro, que se celebra en la Galería Cayón de Madrid hasta el 31 de octubre de 2025, Joan Punyet, nieto del maestro catalán, nos invita a adentrarnos en el universo silencioso y potente de su abuelo, donde el color negro no es ausencia, sino esencia. “El color negro configura la identidad de su obra”, nos confiesa, y en esa frase se abre un portal hacia los paisajes interiores del maestro: un mundo donde la intuición se encuentra con la materia, donde cada gesto del pincel es un susurro que contiene tanto el vacío como la luz. Entre los recuerdos de su infancia en Palma de Mallorca y la meditación profunda de Miró sobre cada trazo, Punyet nos guía por un territorio donde la creación y la contemplación se funden, revelando la fuerza silenciosa que sostiene todo el arco iris de su pintura.

El catálogo menciona que el negro fue considerado por Miró “el más excelso y rico de los colores”. ¿Por qué crees que el negro tuvo un lugar tan central en su obra, especialmente tras su viaje a Japón en 1966?

Después de 1966, el negro es la fuerza gestual que estructura el accidente, que enmarca la intensidad de la intuición. El primer viaje a Japón en 1966 impactó muchísimo a Miró por sus visitas a los maestros zen de la caligrafía Sumi-e. Tinta china, papel de arroz y pinceles de crin de caballo son puestos a disposición del gesto de la mano del maestro. Finalmente, tras toda una vida dedicada a la meditación, el vacío interior mantiene la tensión hasta que la libera con un gesto automático. Miró se acordó entonces de la escritura automática de los poetas surrealistas y del action painting de Jackson Pollock.

La Baigneuse (1938) Punta seca sobre papel Arches – 33 x 45 cm.

Personnage (24/09/1977)
Grattage sobre cartulina negra – 20 x 20 cm.

¿Qué significa para ti personalmente el concepto de «presencia del negro» en el contexto de la obra de tu abuelo?

El concepto de “presencia del negro” significa que es el color que configura la identidad de la obra. A partir de ahí, una vez realizado el primer gesto, la primera incursión en el subconsciente, Miró deja reposar la obra en su estudio de Palma de Mallorca. Tras días de observación, comienza a aplicar pinceladas de colores como el rojo, azul, amarillo y verde. Una vez acabado el proceso de creación, se observa cómo Miró esculpe el vacío con la densidad de pinceladas negras cargadas de materia pictórica. Esos relieves llenos de fuerza atraen toda la luz que luego cristaliza en un lírico y poético abanico de colores.

En la exposición se observa que el negro actúa como límite, contenedor o incluso detonante de otros colores. ¿Cómo describirías esta función del negro en la obra de tu abuelo?

El color negro es el director de orquesta, el poema pictórico que sustenta el arco iris, la voz grave del actor que marca el ritmo de la escena más importante de la película. Miró entiende que la orquestación del paisaje pictórico está basada principalmente en la fuerza expresiva del color negro. Es un gesto primitivo de absoluta libertad que construye el imaginario.

La Baigneuse (1938) Punta seca sobre papel Arches – 33 x 45 cm.

Femme, oiseaux, constellations (29/04/1976)
Óleo, acrílico y grattage sobre lienzo – 73 x 50 cm.

Tu texto inédito “Joan Miró y el color negro” acompaña la muestra. ¿Podrías adelantarnos alguna idea clave que se desarrolla allí?

La idea que se desarrolla en mi texto para la exposición está basada en lo que le dijo Pablo Picasso a mi abuelo en 1925, cuando lo visitó por primera vez en su estudio de la rue Blomet de París: “Después de mí, tú eres el único que abre nuevas posibilidades”. Miró era un artista que revolucionó el mundo de la pintura al encontrar una nueva forma de entender el mundo de los sueños y plasmar sus visiones en una tela. El propio Miró quedaba impresionado por el camino que había comenzado y que hizo que André Breton le considerase como “el pintor más surrealista de todos los tiempos”.

¿Cómo era la relación cotidiana con tu abuelo? ¿Qué recuerdos personales destacarías de esos momentos?

La relación cotidiana con mi abuelo era muy intensa a nivel de conexión espiritual porque, al tener yo 10 y mi abuelo 85 años, se establece una conexión de la inocencia del niño con el tercer ojo energético del alma de Joan Miró. Paseos por el jardín de su casa en Palma de Mallorca bajo una bóveda estelar. Descifrando el vuelo de las golondrinas, el canto del gorrión, los dibujos en el aire de las manadas de estorninos y el vuelo silencioso de un búho blanco. La luz de Venus en las noches sin luna del Mediterráneo y el paisaje donde el mar se encuentra con el cielo azul. Conexiones de energía espiritual que solo pude vivir a su lado; ese druida del color marcó mi vida para siempre.

La Baigneuse (1938) Punta seca sobre papel Arches – 33 x 45 cm.

Personnage et oiseau entourés de rossignols (17/07/1976)
Óleo, pastel y ceras sobre cartón – 79 x 59 cm.

¿Qué enseñanzas o valores de Joan Miró consideras que han influido en tu propio camino artístico?

En mi camino artístico, lo más importante es la creación de cada uno de mis colores. Descifrar la luz como génesis indispensable e indiscutible de cada creación. Esculpir con mis dedos la materia donde reposarán mis colores para transmitir mi energía a cada creación.

En una entrevista mencionaste que tu abuelo no pintaba para hacerse millonario. ¿Cómo ves la relación entre arte y mercado en la actualidad?

Mi abuelo no pintaba para hacerse millonario porque pintaba por etapas, en ciclos, en series revolucionarias que muchas veces no eran del agrado de su marchante Pierre Matisse de Nueva York o Aimé Maeght de París. “Querido Miró, esa pintura de colorines tan bonita se vendió muy bien ayer”. Eso lo enfurecía porque nunca quiso ser considerado un artista acomodado sin nada nuevo que ofrecer. Entonces quemaba los cuadros, o los acuchillaba, o dejaba cartones en el patio durante meses exponiéndolos al sol, la lluvia y la humedad de Mallorca. Siempre fue artista transgresor y revolucionario hasta la muerte. Como decía mi abuelo: “Un hombre muy elegante puede crear un profundo shock mediante su obra al espectador que busca respuestas a sus preguntas existenciales”.

La Baigneuse (1938) Punta seca sobre papel Arches – 33 x 45 cm.

JOAN MIRÓ y LOUIS MARCOUSSIS – Portrait de Miró (1938)
Aguafuerte y punta seca sobre papel Arches – 49 x 38 cm.

¿Qué aspectos del legado de Joan Miró consideras que deberían ser preservados y transmitidos a las futuras generaciones?

Del legado de Miró se debe preservar su generosidad y su filantropía. Su ánimo de ayudar siempre a artistas más jóvenes, a músicos, a poetas; construir tres fundaciones en España: Barcelona, Palma de Mallorca y Mont-roig del Camp. Colaborar en la transición política española para abrir a España al mundo con el póster del mundial de fútbol de 1982, o crear el Sol de España para fomentar la industria turística en 1983. Podría escribir horas y horas para explicar la altura ética y moral de un gran hombre que tuve la suerte y el gran privilegio de conocer y que marcó mi vida y la de todos los españoles para vivir en un mundo mejor.

La Baigneuse (1938) Punta seca sobre papel Arches – 33 x 45 cm.

La Baigneuse (1938)
Punta seca sobre papel Arches – 33 x 45 cm.

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