Para Laia Grassi, la IA será tan común en la próxima década como la electricidad lo es en la actualidad. Sin embargo, a la directora creativa especializada en IA y publicidad de su firma homónima le preocupa en dónde se trazarán los nuevos límites, para que la tecnología no sobrepase la ética y el control humano.
A su entender, ¿quién tiene realmente el control de la IA hoy? ¿Las grandes tecnológicas, los gobiernos, los usuarios… o la propia lógica del sistema?
Uf, esa es la gran pregunta, ¿no? No creo que haya una respuesta sencilla. Es una mezcla de todo. Las tecnológicas tienen mucho poder porque son las que están desarrollando la tecnología, pero los gobiernos están empezando a meter mano para regularla. Los usuarios también tenemos cierto poder, al final somos los que decidimos cómo la usamos. Pero luego está la propia IA, que a veces parece que tiene su propia lógica y se nos escapa de las manos.

Laia Grassi
¿Cree que nos estamos volviendo dependientes de la IA?
Sí, yo creo que ya estamos un poco enganchados. Es muy cómodo que la IA te haga la vida más fácil, te recomiende cosas, te automatice tareas… Pero claro, el peligro es que nos acomodemos demasiado y perdamos la capacidad de hacer las cosas por nosotros mismos. El límite es difícil de definir, pero creo que está en el momento en que dejamos de ser nosotros los que tomamos las decisiones.
¿Cómo está la IA transformando el panorama empresarial en España?
La IA está cambiando el mundo de la empresa a toda velocidad. En España se está empezando a notar, sobre todo en las grandes compañías, que tienen más recursos para invertir en estas tecnologías. Pero yo creo que todavía hay mucho camino por recorrer. Hay que formar a la gente, adaptar los modelos de negocio… Es un reto, pero también una gran oportunidad.
En términos de cultura, ¿cómo está afectando la IA a la creatividad en España? ¿Estamos viendo el nacimiento de una nueva ola de artistas o creadores que trabajan junto a la inteligencia artificial?
Esto es lo que más me fascina, y también lo que más paradojas genera. Por un lado, la IA está democratizando la creatividad. Ahora, cualquiera puede crear imágenes, música o textos con una facilidad asombrosa. Eso es genial, porque abre las puertas a mucha gente que antes no tenía acceso a estas herramientas.
Pero, al mismo tiempo, surge la paradoja de la originalidad. Si la IA se nutre de todo lo que ya existe, ¿cómo podemos crear algo realmente nuevo? ¿No corremos el riesgo de que todo se convierta en una especie de remix infinito? Y luego está la cuestión del autor. ¿Quién es el artista cuando una IA participa en el proceso creativo? ¿Es el que da las instrucciones, el que ajusta los parámetros, o la propia IA? Es una pregunta muy interesante, y creo que todavía no tenemos una respuesta clara.
A pesar de estas paradojas, o quizás gracias a ellas, creo que estamos viviendo un momento muy emocionante para la creatividad en España. Hay artistas y diseñadores que están explorando los límites de la IA, creando obras que son a la vez humanas y artificiales, que nos hacen reflexionar sobre qué significa ser creativos en la era de la máquina.

Laia Grassi
¿Qué impacto cree que tendrá la Ley de Inteligencia Artificial de la UE en España?
La ley es importante para marcar los límites, para asegurar que la IA se utiliza de forma ética y responsable. Pero también hay que tener cuidado de no poner demasiadas trabas a la innovación. Es un equilibrio delicado.
¿Cómo ve la IA transformando el ámbito empresarial en los próximos 10 años?
En 10 años, la IA va a estar presente en casi todos los aspectos de la empresa. Va a ser como la electricidad hoy en día: una infraestructura invisible pero esencial que lo impregna todo. Va a cambiar radicalmente la forma en que trabajamos, en que nos relacionamos con los clientes, en que tomamos decisiones… Desde la automatización de tareas repetitivas hasta la creación de productos y servicios totalmente nuevos, la IA va a transformar la cadena de valor completa. Las empresas que no se adapten a esta nueva realidad, que no incorporen la IA en su estrategia y en su cultura, se van a quedar atrás.
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