
En marzo de 2025 abrió un laboratorio creativo en Madrid para explorar cómo consume música la generación Z y el impacto de la IA. ¿Cuáles han sido los hallazgos más relevantes hasta ahora?
Uno de los hallazgos más relevantes ha sido la necesidad de adaptar el negocio a la experiencia integral. La generación Z no solo consume música: busca vivirla. Desean una conexión emocional y auténtica con el artista. Para ellos, el directo no es solo un concierto, sino una narrativa en tiempo real. El reto está en equilibrar la tecnología con la autenticidad. Y sobre todo, en usarla para conectar mejor la experiencia del fan con la esencia del artista.
¿Qué lecciones del negocio musical podrían ‘importar’ otras industrias?
El negocio musical enseña valores esenciales que hoy más que nunca deben trascender sectores: la igualdad, la diversidad y la unión.
En la música, las diferencias suman; el talento no entiende de géneros, edades ni fronteras. Esta industria ha demostrado que cuando se pone el foco en la inclusión y en crear espacios de expresión libre, la creatividad florece. En un mundo corporativo cada vez más global y cambiante, estas lecciones no son solo útiles: son imprescindibles.
Ha trabajado con figuras reconocidas, desde Michael Jackson hasta Rosalía. ¿Qué has aprendido de ellos sobre liderazgo, más allá del escenario?
He aprendido que el verdadero liderazgo va de la mano del entorno que construyes a tu alrededor. La fama puede ser tan abrumadora como efímera. Rodearse de personas que te quieran de verdad, que te digan la verdad, que te cuiden, es clave para mantener los pies en la tierra. El liderazgo también consiste en escuchar, en inspirar con autenticidad y en crear entornos donde las ideas y las emociones puedan fluir con libertad.
¿Cuál es su mayor miedo respecto al futuro del entretenimiento… y cuál es su mayor esperanza?
Mi mayor miedo sería la desunión. Pero también tengo una gran esperanza: que sigamos creyendo en el poder colectivo porque juntos, somos más fuertes.
Que las voces que transmiten ilusión y esperanza prevalezcan. La música tiene esa capacidad única de armonizar diferencias, de poner a dialogar culturas, generaciones y emociones. Esa es, y siempre será, nuestra mejor herramienta para construir un futuro compartido.
Como promotor de figuras como Freddie Mercury y Montserrat Caballé. ¿Qué legado espera dejar en la industria cultural y turística?
Espero dejar un legado que demuestre que la cultura y el turismo no solo son compatibles, sino que se enriquecen mutuamente. Que la música puede ser un puente entre territorios, un motor de atracción y una plataforma para mostrar lo mejor de nuestra identidad. Freddie y Montserrat, desde mundos muy distintos, lograron unirse en una pieza que todavía hoy es símbolo de modernidad y tradición. Mi mayor deseo es haber contribuido a que la música sea vista no solo como entretenimiento, sino como una herramienta de transformación social, económica y emocional. Un legado que inspire a las futuras generaciones a seguir creando con valentía.