La guerra de aranceles impulsada por el presidente Donald Trump ya ha provocado pérdidas estimadas en 12.000 millones de dólares para las fabricantes de automóviles a nivel global, según un análisis del Wall Street Journal. Este impacto podría ser sólo el principio de un desafío aún mayor para el sector.
Trump ha anunciado además su intención de imponer aranceles del 100% a los chips para ordenadores, una medida que amenaza con elevar los precios de numerosos productos esenciales, como la electrónica, los automóviles, los electrodomésticos y otros bienes dependientes de estos procesadores.
Por su parte, la Unión Europea ha señalado que el acuerdo alcanzado con Estados Unidos para mantener un arancel del 15% debería aplicarse también a los sectores de medicamentos y chips, al tiempo que ha advertido que las promesas de inversión hechas por Washington no son vinculantes.
Paralelamente, Brasil ha expresado su preocupación por la investigación abierta por la Agencia de Comercio de Estados Unidos (USTR) sobre supuestas prácticas desleales que podrían derivar en un nuevo endurecimiento de los aranceles, tras un aumento del 50%.
Mientras tanto, Suiza ha decidido no adoptar contramedidas por el momento frente a los aranceles estadounidenses del 39%, prefiriendo mantener el diálogo y apoyar a sus empresas afectadas.
La política arancelaria de Trump busca repatriar la fabricación hacia Estados Unidos y podría acelerar la tendencia ya existente de producir vehículos más cerca de sus mercados de destino, en respuesta a las diferencias regulatorias, tecnológicas y de preferencias de consumo en Estados Unidos, China y Europa.
Esta combinación de factores podría transformar significativamente las cadenas globales de suministro y producción en los próximos años.
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