La deuda bruta de Estados Unidos ha superado por primera vez los 37 billones de dólares (31,8 billones de euros), según cifras oficiales del Departamento del Tesoro.
Este volumen incluye 29,64 billones en deuda pública (25,46 billones de euros) y 7,36 billones en deuda intragubernamental (6,32 billones de euros), lo que equivale aproximadamente al 123% del PIB.
La Fundación Peterson advierte que “este nivel de endeudamiento supera el PIB de China y de toda la eurozona en conjunto” y que, en proporción al tamaño de la economía, los niveles son comparables a los registrados justo después de la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que el país se encuentra en fase de crecimiento y sin conflictos bélicos de gran escala.
El ritmo de endeudamiento preocupa a los analistas. En esta década, la deuda federal crece a un promedio de 1 billón de dólares cada cinco meses, más del doble del ritmo registrado en los últimos 25 años.
En comparación, en la década pasada el aumento era de 1 billón cada 11 meses y, a inicios del siglo XXI, cada 24 meses.
El impulso de la deuda
El salto ha sido especialmente acelerado desde enero de 2024, cuando se superaron los 34 billones, pasando a 35 billones en julio, 36 billones en noviembre y ahora 37 billones.
Parte de este incremento se explica por el déficit generado durante la pandemia de Covid-19, aunque el gasto posterior ha mantenido la tendencia al alza.
Maya MacGuineas, presidenta del Comité para un Presupuesto Federal Responsable, describe este hito como “otro impactante recordatorio del terrible estado de las finanzas federales” y denuncia que el Congreso “sigue optando por empeorar” el desequilibrio entre ingresos y gastos.
También advierte que este año se destinará cerca de un billón de dólares solo a pagar intereses, cifra que ya supera el presupuesto de defensa y de Medicare.
El Comité sugiere que los nuevos aranceles recíprocos, de entre el 10% y el 41%, anunciados por la Administración Trump, podrían aportar ingresos relevantes.
Sin embargo, subraya que esos fondos deberían usarse para reducir el déficit y no para financiar rebajas fiscales o nuevos programas de gasto.
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