BCE se acerca a una bajada de tipos tras la desaceleración de los salarios en la zona euro

La desaceleración de los salarios en la zona euro reduce la presión inflacionaria, acercando al BCE a una posible bajada de tipos en septiembre.

Sede del BCE (Fráncfort, Alemania)

En la última reunión del Banco Central Europeo (BCE), una de las mayores preocupaciones fue el rápido y constante aumento de los salarios. La pregunta era si el mercado laboral estaba entrando en un círculo vicioso de incrementos salariales y de precios que sería difícil de controlar.

Sin embargo, las cifras recientes sugieren lo contrario: los salarios en la zona euro aumentaron un 3,55% en el segundo trimestre, en comparación con el 4,74% del primer trimestre. Esto sugiere que la presión inflacionaria derivada de los ingresos laborales podría estar disminuyendo, lo que podría facilitar al BCE la posibilidad de reducir las tasas de interés.

Este dato positivo coincide con la publicación de las actas de la última reunión del BCE, celebrada el 17 y 18 de julio. En ellas, se expresa cierta inquietud sobre la posibilidad de que los salarios sigan aumentando a un ritmo que no sería compatible con el objetivo de inflación. Además, la persistencia de la inflación en el sector servicios es otro factor clave que influye en las perspectivas inflacionarias.

La reunión de julio fue relativamente tranquila en comparación con la tensión habitual entre las posturas más duras y más suaves dentro del BCE. Las actas indican que la decisión de mantener los tipos de interés sin cambios fue tomada por unanimidad, una diferencia notable respecto a la reunión anterior, cuando el gobernador del Banco de Austria, Robert Holzmann, se opuso a la reducción de tipos.

Sin embargo, esta tregua podría ser breve. El próximo 12 de septiembre, el BCE se enfrentará a una nueva prueba de fuego, con una posible reducción de 25 puntos básicos en las tasas de interés. Este tipo de decisiones suelen generar más división que la simple decisión de mantener el statu quo.

La Reserva Federal de Estados Unidos, que aún no ha bajado tipos, también influyó en la decisión de no actuar en julio, permitiendo que los miembros del BCE lleguen a septiembre con la «mente abierta». Carsten Brzeski, jefe de Macro en ING, concluye que el BCE parece más decidido a recortar las tasas que en la reunión de junio.

El Consejo de Gobierno del BCE está cada vez más preocupado por la desaceleración económica. Aunque el turismo ha sostenido la economía hasta cierto punto, el BCE duda que su impulso sea suficiente en la segunda mitad del año. En las discusiones también apareció la palabra «estanflación», aunque sin el dramatismo de épocas anteriores.

El debilitamiento de la economía ha tenido un efecto positivo en la inflación, ayudando a contener el aumento de precios. Aunque la inflación en julio subió una décima hasta el 2,6%, la desaceleración salarial en la zona euro, especialmente en Alemania, proporciona nuevo impulso para un recorte de tasas.

El fortalecimiento del euro frente al dólar también tiene un efecto desinflacionario, ya que reduce el coste de las importaciones de energía, aunque podría amenazar el crecimiento al encarecer las exportaciones y hacer menos atractivo el turismo en Europa.

El mercado anticipa dos nuevos recortes de tasas este año, en septiembre y diciembre, lo que llevaría la tasa de interés al 3,75%. Todos los ojos están ahora en el simposio de Jackson Hole, donde se espera que Philip Lane, economista jefe del BCE, ofrezca más pistas sobre el futuro de la política monetaria del banco.

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