El Gobierno español se encuentra ante una situación de incertidumbre tras la posible salida de Asisa, u otra aseguradora de la licitación de Muface, el contrato que cubre la sanidad de los funcionarios. Asisa, que está evaluando los riesgos de presentarse en solitario al contrato debido a sus márgenes limitados, podría dejar un vacío importante si decide no participar. En ese caso, el Gobierno tendría que encontrar una solución alternativa, lo que podría llevar a consecuencias imprevistas para los funcionarios dependientes de este sistema de salud.
La situación con Muface
Hasta ahora, el ministro de Función Pública, Óscar López, ha adoptado una vía rápida para evitar que los empleados públicos queden sin cobertura, prorrogando la licitación de Muface con Adeslas, DKV y Asisa por tres meses más, hasta finales de marzo. Sin embargo, la reciente ampliación del plazo de presentación de ofertas, anunciada por el Gobierno, podría cambiar el panorama de la crisis. Aunque este movimiento le otorga tiempo adicional, el Ejecutivo se encuentra en una situación delicada, ya que Adeslas y DKV han confirmado que no participarían bajo las condiciones actuales, advirtiendo que las pérdidas para ambas empresas alcanzarían los 250 millones en el caso de Adeslas y hasta 100 millones en DKV.
El alargamiento del procedimiento hasta finales de enero puede jugar en contra del Gobierno si no encuentra otra aseguradora dispuesta a cubrir la sanidad de los funcionarios. De no haber nuevos interesados, Función Pública tendría que lanzar una nueva licitación, lo que podría retrasar aún más el proceso. Esto implicaría que, a finales de febrero o principios de marzo, el futuro de Muface seguiría sin resolverse, y los plazos de reacción serían sumamente limitados. De acuerdo con el procedimiento de urgencia en la contratación pública, una nueva licitación debería publicarse en un plazo mínimo de 25 días, lo que llevaría a un final de marzo con el contrato de Muface sin adjudicar.
Incertidumbre jurídica y retrasos potenciales
El escenario que podría derivarse de esta situación plantea una inseguridad jurídica considerable. Si los plazos se apuran al máximo, el Ejecutivo entraría en el cuarto mes del año sin haber resuelto la adjudicación del contrato. Además, la formalización de los contratos públicos no es inmediata, lo que aumentaría la presión sobre los plazos establecidos.
A esto se le sumaría la posible intervención de Unipromel, la asociación que agrupa a unos 5.000 médicos autónomos, que ya ha mostrado su preocupación por las bajas remuneraciones en contratos como el de Muface. El presidente de la organización, Ignacio Guerrero, ha señalado que los bajos salarios de los médicos se derivan directamente de contratos con escasa retribución para las aseguradoras, lo que podría dificultar aún más la resolución del proceso.
Por último, el Gobierno se enfrenta a la incógnita de si será necesario ampliar la orden de continuidad. La actual orden solo cubre hasta finales de marzo con los precios estipulados en la oferta que se está discutiendo. En caso de que el proceso se retrase aún más, Función Pública tendría que recurrir a las arcas del Estado para cubrir los costos, incluso con la posibilidad de que Asisa, Adeslas y DKV no estén involucradas en el futuro contrato de Muface.
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