El reciente aumento del salario mínimo interprofesional (SMI) a 1.184 euros, liderado por la ministra de Trabajo Yolanda Díaz, está generando muchas dudas en las pequeñas y medianas empresas (pymes). Según Cepyme, esta medida podría acabar perjudicando la creación de empleo, y no es para menos: se estima que podrían perderse hasta 350.000 puestos de trabajo. La causa de este frenazo en la contratación está en el aumento de los costes laborales, que, según las cifras de Cepyme, se han disparado hasta un 75% más por empleado debido a la subida del SMI. Si nos vamos a los números, un trabajador con este salario le cuesta al empresario entre 1.904 y 2.077 euros al mes, sin contar la incidencia del absentismo.
Pero, claro, lo que más preocupa a las pymes es que este aumento de los costes laborales hace que sea más rentable sustituir a los trabajadores por máquinas. Y es que, según Cepyme, mientras el salario mínimo ha subido un 71% en los últimos años, el precio de los bienes de equipo ha subido solo un 17%. Esto está llevando a las empresas a mecanizar más sus procesos, con lo que la creación de empleo sigue frenada.
El SMI más alto de la UE, pero con baja productividad
Lo curioso es que, a pesar de tener uno de los SMI más altos de Europa, España está atravesando una de las caídas más pronunciadas en productividad. En concreto, el salario mínimo de 1.184 euros representa el 61,8% del sueldo medio neto en jornada completa, algo que supera ampliamente el 60% recomendado por la Carta Social Europea. Sin embargo, este aumento no parece estar alineado con el crecimiento de la productividad, lo que está afectando a la rentabilidad de las pymes, haciendo más difícil que puedan invertir o generar empleo.
Un problema territorial: el SMI no encaja en todas las provincias
Otra de las consecuencias que se está viendo es el impacto desigual entre las distintas provincias del país. En 42 de ellas, el SMI supera el umbral del 60% del sueldo medio, y en 34 llega a representar hasta el 75% del salario promedio. Este desajuste está afectando especialmente a las provincias con problemas de despoblación, como Ávila, Zamora o Toledo. En estos territorios, donde ya es difícil encontrar mano de obra, la subida del SMI dificulta aún más la competitividad y empeora la situación.
En resumen, aunque la subida del SMI busca mejorar las condiciones salariales, está teniendo efectos no deseados, sobre todo en las pequeñas empresas que se ven ahogadas por los costes laborales, lo que podría frenar la creación de nuevos empleos. Además, el desajuste territorial entre las grandes ciudades y el resto del país está acentuando aún más las disparidades económicas.
© Reproducción reservada