Un año después de su espectacular debut bursátil, Puig atraviesa su aniversario como empresa cotizada en medio de luces y sombras. La firma catalana de perfumería y cosmética, dueña de marcas como Carolina Herrera, Paco Rabanne o Charlotte Tilbury, ha visto caer sus acciones un 30,73%, desde los 24,50 euros iniciales hasta los 16,97 euros actuales. No obstante, mantiene sus previsiones de crecimiento para 2025, apuntaladas por unos sólidos resultados trimestrales.
Con una valoración inicial de 13.920 millones de euros, la salida a Bolsa de Puig fue la mayor operación del mercado europeo en 2024 y la más relevante en España desde la colocación de Aena en 2015. Su entrada en el Ibex-35, apenas dos meses después, fue vista como una señal de confianza por parte del mercado. Pero la evolución posterior de su cotización ha reflejado la creciente volatilidad global, especialmente en el sector del lujo.
Factores detrás del desplome
La caída de Puig no responde a un único factor, sino a una combinación de retos internos y externos. Entre ellos destacan:
Desaceleración del consumo de lujo en mercados clave como Europa y Asia.
Política arancelaria de EE.UU., especialmente bajo la nueva administración Trump, que afectó directamente a los productos de Puig en Norteamérica.
Retirada puntual de un producto de Charlotte Tilbury.
Efecto contagio tras la publicación de resultados decepcionantes por parte de competidores como LVMH.
“El mercado ha penalizado a Puig no tanto por sus fundamentales, que siguen siendo sólidos, sino por un contexto adverso y una valoración inicial elevada”, explica Borja Ribera, experto en finanzas de GVC Gaesco. Pese a ello, Ribera recuerda que Puig sigue siendo “uno de los valores más recomendados por los analistas” por su margen bruto del 75% y un crecimiento neto del 14% en su beneficio anual.
Crecimiento real frente a percepción bursátil
La percepción del mercado contrasta con los resultados obtenidos en lo que va de año. En el primer trimestre de 2025, Puig alcanzó unas ventas netas de 1.206 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 7,5% a perímetro constante. Todas las regiones en las que opera, especialmente Américas y Asia-Pacífico, han contribuido a este avance.
“Es importante diferenciar entre el precio de la acción y el desempeño real del negocio”, apunta Jordi Fabregat, profesor de Esade. “La caída bursátil es llamativa, pero no hay deterioro estructural. Puig sigue cumpliendo objetivos y mantiene su estrategia de largo plazo”.
Uno de los elementos clave del modelo de Puig es su estructura accionarial dual, que permite a la familia fundadora mantener el control del 92,5% de los derechos de voto con solo el 71,7% de los derechos económicos. Esta fórmula, según Marc Puig, “garantiza la estabilidad del proyecto y la sostenibilidad intergeneracional”.
Con los aranceles aún en el horizonte, Puig ha apostado por una mayor diversificación geográfica y mantiene su foco en la innovación, la internacionalización y el refuerzo de marcas estratégicas como Good Girl, número uno en perfumería femenina en EE.UU.
A pesar de la caída del 30% en su primer año en Bolsa, Puig mantiene intacto su plan de crecimiento. El castigo bursátil responde más a un contexto macroeconómico volátil que a debilidades propias de la compañía. Los analistas coinciden en que, si el entorno se estabiliza, Puig podría recuperar progresivamente valor y confirmar su papel como uno de los grandes referentes del lujo europeo.
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