A medida que se acerca la fecha límite de los aranceles, algunas de las principales multinacionales europeas están optando por estrategias dobles: mientras presionan a la Comisión Europea para alcanzar un acuerdo comercial con Estados Unidos, también mantienen negociaciones paralelas con la administración Trump.
Mercedes-Benz, BMW y LVMH han encabezado esta ofensiva diplomática, viajando a Washington para reunirse con aliados del expresidente. El objetivo: evitar los temidos aranceles del 20% y proteger sus intereses. Aunque los avances han sido limitados, las empresas han ofrecido inversiones significativas en territorio estadounidense como gesto de buena voluntad.
Por ejemplo, BMW ha anunciado nuevas inversiones en fábricas estadounidenses, Mercedes ha trasladado la producción de su popular SUV GLC a Alabama, y Volvo planea ampliar su presencia industrial en el país. Estas acciones generan inquietud en Bruselas, ya que podrían motivar a los proveedores europeos a hacer lo mismo, debilitando la posición de la UE en la negociación.
El presidente de LVMH, Bernard Arnault, ha advertido de las consecuencias para el sector del vino y bebidas espirituosas francés si no se alcanza un compromiso. Incluso ha planteado la posibilidad de una zona de libre comercio UE-EEUU, calificando el conflicto como «potencialmente catastrófico».
También los grupos industriales del coñac y whisky han intensificado su presión, alertando de que una gran parte de sus exportaciones dependen de EEUU y China, que juntas representan más del 80% de su mercado.
El contexto económico global añade urgencia: la desaceleración interna en Europa, la pérdida de acceso a energía rusa barata y la creciente competencia china vuelven a hacer de Estados Unidos un mercado clave para las empresas del Viejo Continente.
Desde Alemania, David Deissner, de la Fundación para Empresas Familiares, advierte que ya se nota una “disminución apreciable de la inversión directa” por culpa de las tensiones arancelarias.
Mientras tanto, según filtraciones diplomáticas recogidas por el Financial Times, Trump estaría dispuesto no solo a restaurar los aranceles del 20%, sino a añadir un 17% a productos agrícolas europeos si no se logra un acuerdo que favorezca a las multinacionales estadounidenses.
En el seno de la UE hay división de opiniones: algunos países están abiertos a aceptar un acuerdo asimétrico que perjudique menos a Estados Unidos, mientras otros prefieren una postura de “ojo por ojo” con contraaranceles equivalentes.
Las negociaciones, en cualquier caso, avanzan. Fuentes comunitarias aseguran que están “cerca de un acuerdo técnico de principio”. Pero todo dependerá, una vez más, del imprevisible Donald Trump, cuyo próximo movimiento podría ser un acuerdo definitivo, un aumento provisional de aranceles, o incluso la imposición unilateral de medidas comerciales.
© Reproducción reservada