Durante años, los distintos gobiernos de la Generalitat Valenciana han defendido la Ciudad de las Artes y las Ciencias (Cacsa) de Valencia debido a su impacto en el turismo y su relevancia cultural, a pesar de los elevados costes económicos que suponía para las arcas autonómicas. La gestión de este colosal complejo. Cuyos edificios fueron diseñados por el polémico arquitecto Santiago Calatrava, ha arrastrado pérdidas millonarias desde su apertura en 1998. Sin embargo, en 2024, Cacsa ha logrado cerrar su ejercicio con un beneficio neto de 8,05 millones de euros. Duplicando el resultado del año anterior y alcanzando por primera vez dos años consecutivos de ganancias.
A pesar de este giro económico positivo, la empresa aún arrastra un fondo de maniobra negativo superior a los 170 millones de euros, y sigue siendo viable gracias al apoyo financiero de la Generalitat Valenciana, con la que mantiene deudas superiores a los 200 millones. El impacto del turismo internacional en la ciudad. Especialmente en el Oceanográfico, ha sido clave para este cambio. En 2024, el complejo alcanzó unos ingresos de 34,89 millones de euros, a pesar del impacto de la DANA que redujo en un 50% el número de visitantes durante los últimos meses del año.
Además, las estrategias de reducción de costes han jugado un papel crucial en el giro económico. Cacsa ha liberado parte de su carga financiera al ceder la gestión del Palau de les Arts y el Ágora a otras entidades. Lo que ha reducido significativamente sus gastos operativos.