La renovación del acuerdo entre la sanidad privada y los funcionarios públicos de Muface está en una cuerda floja que amenaza con tensarse aún más. Las dudas de DKV sobre la última propuesta del Gobierno, sumadas a la presión del sindicato mayoritario CSIF y la reciente renuncia de Adeslas, han dejado el futuro del mutualismo en una situación crítica. Si la negociación se descarrila, el Gobierno tendrá que meter más dinero público para salvar el modelo, que ya prometió mantener.
El panorama actual deja a Asisa como la única aseguradora decidida a renovar el acuerdo con Muface. Pero cargar con los más de 1,5 millones de mutualistas (entre funcionarios y sus beneficiarios) no es algo que una sola compañía pueda asumir sin que la calidad del servicio sufra. Al menos, haría falta otra aseguradora que le echara un cable, y aquí es donde entra en juego la incertidumbre de DKV.
Actualmente, DKV tiene unos 363.000 asegurados, alrededor de un tercio del total de Muface. Si decidiera asumir todos los mutualistas restantes, sería un cambio tan drástico como arriesgado. Además, existe el riesgo de que Asisa no pueda cumplir los requisitos necesarios en todas las regiones de España.
En un intento por calmar las aguas, DKV ha dicho que aún no ha tomado una decisión final. «Estamos analizando los pliegos y la próxima semana daremos nuestra respuesta«, comentaron fuentes de la aseguradora alemana Munich RE a este medio. Todo apunta al 7 de enero como fecha clave para saber si el modelo sobrevive o no.
La presión de CSIF
Las dudas de DKV no han pasado desapercibidas para CSIF, el principal sindicato de los trabajadores públicos, que ya ha enviado una carta al presidente del Gobierno exigiendo una reunión «al más alto nivel» para tratar la situación de la sanidad de los funcionarios. En ella, también piden al Ejecutivo que haga públicos los informes de las aseguradoras y la evaluación de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) sobre Muface, elaborada por AFI.
Desde el sindicato también lanzaron un mensaje claro a las aseguradoras: «Durante años han colaborado con el modelo de Muface, por lo que les pedimos que no abusen de su situación«. Asimismo, aseguran que defenderán este modelo hasta las últimas consecuencias, incluso tomando las medidas que consideren necesarias.
Buscando nuevos aliados
Aunque el futuro parece complicado, podría haber salvación si otras aseguradoras decidieran sumarse al acuerdo. Una de las candidatas que se barajó fue Sanitas, pero la compañía ya ha descartado esa posibilidad. Lo mismo ocurre con Mapfre y Caser, que en el pasado formaron parte de Muface pero se retiraron debido a la baja rentabilidad. De hecho, Mapfre también ha dicho que no tiene intención de volver.
El principal problema radica en las enormes pérdidas que las aseguradoras han acumulado en los últimos tres años, cifradas en 429 millones de euros entre 2022 y 2024. A esto se suma el perfil cada vez más envejecido de los mutualistas, que en su mayoría son jubilados o están a punto de serlo, lo que dispara los gastos asociados a la atención sanitaria.
La situación no pinta fácil. Si el Gobierno quiere mantener su promesa de que el modelo Muface no desaparecerá, necesitará encontrar soluciones rápidas y efectivas. El próximo capítulo de esta historia se escribirá el 7 de enero, cuando DKV revele si entra al ruedo o deja a Muface tambaleándose sobre una cuerda cada vez más fina.
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