El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), Jerome Powell, ha dejado abierta la posibilidad de una reducción de los tipos de interés, lo que supondría el primer recorte desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. La declaración marca un punto de inflexión en la política monetaria estadounidense tras meses de tipos elevados para contener la inflación.
Entre la inflación y el crecimiento
Powell ha subrayado que, pese a que los datos más recientes muestran cierta moderación en los precios, persisten riesgos inflacionarios derivados de los aranceles impulsados por la actual administración. Estos gravámenes, diseñados para proteger la industria nacional, podrían tensionar de nuevo los precios y condicionar la capacidad de la Fed para actuar con rapidez.
Impacto en los mercados
La simple mención de un posible recorte ha generado expectativas positivas en los mercados financieros, con subidas en los principales índices bursátiles y un retroceso en los rendimientos de los bonos del Tesoro. Los inversores interpretan la apertura de Powell como una señal de que la Fed está dispuesta a priorizar el crecimiento económico en un momento en que los riesgos de desaceleración se hacen más visibles.
Un giro con implicaciones globales
Una eventual bajada de tipos en Estados Unidos tendría consecuencias más allá de sus fronteras. Para Europa, supondría un alivio en la presión sobre el Banco Central Europeo (BCE), que se enfrenta al reto de equilibrar una economía más débil con el control de la inflación. En mercados emergentes, podría significar un respiro en la salida de capitales y en la presión sobre sus divisas.
La mirada puesta en la próxima reunión
Aunque Powell no ha ofrecido un calendario concreto, la atención se centra ahora en la próxima reunión del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC). Cualquier gesto en esa cita será determinante para confirmar si el cambio de rumbo se materializa o si la Fed prefiere esperar a más señales de moderación en los precios.
En cualquier caso, la intervención de Powell abre un nuevo escenario: el de una política monetaria más flexible, en la que la Fed busca un delicado equilibrio entre estimular la economía y contener la inflación estructural.
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