Renfe ha decidido cerrar su filial estadounidense, Renfe of America, tras asumir pérdidas acumuladas de 4,5 millones de euros y declarar sin valor contable las inversiones realizadas en el fallido proyecto de alta velocidad de Texas Central. La retirada del respaldo público estadounidense en abril de 2025 ha sido el golpe definitivo para un proyecto que, inicialmente, prometía generar ingresos de hasta 5.300 millones de euros hasta 2042.
La compañía pública española había creado Renfe of America LLC con el objetivo de expandirse en el mercado ferroviario estadounidense, actuando como socio estratégico del proyecto para construir una línea de alta velocidad de 386 kilómetros entre Dallas/Fort Worth y Houston. Sin embargo, el proyecto se vio frenado por retrasos, litigios y problemas financieros. Finalmente, el Departamento de Transportes de EE. UU., bajo la administración de Donald Trump, consideró la iniciativa “una empresa arriesgada para el contribuyente” y canceló la ayuda federal de 63,9 millones de dólares.
En las cuentas de 2024, Renfe reconoce el deterioro total de su participación en esta filial, lo que implica renunciar a recuperar el capital invertido. Además, ha registrado como pérdidas extraordinarias los saldos impagados desde 2019 por parte de Texas Central, al no haber garantías de cobro.
Este revés internacional se produce en un contexto complejo para la compañía, que ha reportado pérdidas de 98 millones de euros en el primer trimestre de 2025, debido a un incremento de gastos. En este escenario, Renfe se atrinchera en el mercado español para recuperar rentabilidad, al tiempo que reconfigura su estrategia exterior.
Apuesta por Europa: crecimiento en Italia y consolidación en Europa del Este
Mientras se repliega de América, Renfe apuesta por consolidar su presencia en Europa. En 2024, la empresa entró en el mercado italiano mediante la compra del 33,3% de Longitude Holding, matriz de la operadora Arenaways, con la que ha logrado su primer contrato de Obligaciones de Servicio Público (OSP) en la región del Piamonte. Aunque la empresa cerró con pérdidas iniciales de 156.000 euros, Renfe obtiene licencia ferroviaria y certificado de seguridad, claves para acceder a futuras licitaciones.
Por otra parte, el mayor activo internacional de Renfe sigue siendo Leo Express, operadora checa de la que es accionista mayoritaria desde 2021. En 2024, Leo Express alcanzó los 40,4 millones en ingresos, duplicó su número de pasajeros hasta 3,8 millones y obtuvo un beneficio neto de 1,7 millones de euros. La compañía ha expandido su actividad en Chequia, Eslovaquia y Polonia, y ejecutó su primer contrato OSP en la región eslovaca del Danubio, conectando Bratislava con Komárno.
Renfe sigue impulsando la modernización de su filial checa, invirtiendo más de 5 millones en adaptar su flota al sistema europeo ETCS y lanzando un plan de inversión de 16 millones de euros, cofinanciado por la Unión Europea, para mejorar su capacidad de operación dual.
Repliegue estratégico
El fracaso del proyecto en EE. UU. refleja los riesgos de internacionalización sin respaldo institucional sólido. Renfe ahora opta por concentrar sus esfuerzos en mercados europeos, más regulados y con una mayor similitud operativa al español. Mientras Francia e Italia conquistan vías en toda Europa, la operadora española busca reposicionarse en un terreno más estable, tras reconocer que la apuesta americana fue, en términos contables y estratégicos, un viaje sin retorno.
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