La Unión Europea observa con preocupación cómo el aforismo “EE.UU. innova, China copia y Europa regula” está convirtiéndose en una realidad. Las alarmas retumban con fuerza desde Bruselas y se han materializado en importantes documentos como el Informe Letta (realizado por el exprimer ministro italiano junto al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel) y más recientemente por el informe del expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi.
Ambos apuntan en la misma dirección. En el primero, publicado en abril de 2024, se exalta la importancia de la innovación para la reindustrialización de Europa; mientras que, el segundo, pone énfasis en un grave problema: un 30% de las empresas innovadoras que alcanzan una cifra de negocios superior a los 1.000 millones de euros (unicornios) terminan trasladándose a otros países –principalmente EE.UU.– para seguir creciendo.
El expresidente del Banco Central Europeo atribuye este fenómeno justamente a motivos regulatorios, financieros y de formación. Ante este escenario, el alemán Axel Voss, diputado del Parlamento Europeo (Grupo del Partido Popular Europeo), admite estar “completamente de acuerdo” con el aforismo sobre EE.UU., China y Europa.
“La UE fue la primera en regular la inteligencia artificial con la Ley de IA, pero ni siquiera estamos cerca de ser un líder innovador en IA. Estados Unidos y China están por delante de nosotros en crecimiento, velocidad, inversión, investigación, habilidades e innovación. Hace cinco años pedí una estrategia para ponerme al día, pero la situación no hace más que empeorar”, explica a Business People.
Aunque considera que el Informe Draghi “dice lo obvio” y “nadie debería sorprenderse”, sí pone énfasis en que “no somos competitivos, especialmente en las tecnologías digitales”. A su entender, “ya nadie quiere ser emprendedor, el talento digital se traslada a EE.UU. y las empresas llevan años hablando de cargas burocráticas. No necesitamos informes, necesitamos soluciones que, como siempre, siguen siendo vagas”.
Sobre qué soluciones se están buscando desde Bruselas, Voss destaca que “se pueden encontrar propuestas para sandboxes regulatorios en varias legislaciones, como la Ley de IA, y en los programas Horizonte Europa, la UE proporciona financiación para la investigación y la innovación con un presupuesto actual de 95.500 millones de euros”.
¿Y España?
Para el eurodiputado alemán, la situación en España es aún más crítica. “Aún están detrás de varios líderes de la UE en términos de gasto en investigación y desarrollo (I+D), resultados de innovación y adopción de tecnología”. No obstante, reconoce que el país cuenta con “instituciones académicas y programas de investigación sólidos, así como un ecosistema emprendedor fuerte sobre el cual puede construir”.
Carlos Reinoso, portavoz de la Alianza por la Competitividad de la Industria Española, indica a Business People que existe un “impacto significativo” de las normativas europeas en la capacidad de innovación industrial española.
“Normativas como las ambientales pueden aumentar los costes de cumplimiento para las empresas. Esto puede limitar la flexibilidad y la rapidez con la que las empresas pueden innovar en comparación con EE.UU. y China, donde las regulaciones pueden ser menos estrictas. Sin embargo, estas regulaciones también pueden impulsar la innovación en áreas específicas, como las tecnologías verdes”, precisa Reinoso.
Y añade: “Debemos plantearnos el daño que la sobrerregulación puede hacer a nuestra capacidad innovadora. Del mismo modo que debemos contemplar la simplificación de la burocracia administrativa y, por supuesto, evitar que nuevas regulaciones introduzcan más cargas en este sentido (…) Y es que, en definitiva, la sobrerregulación erosiona la competitividad”.
Difícil equilibrio
El portavoz de la Alianza por la Competitividad de la Industria Española advierte del riesgo que supone quedarnos rezagados en innovación. “Esto nos llevaría, cada vez más, a depender de terceros, lo que sería un importante obstáculo para alcanzar la autonomía estratégica a la que España y Europa aspiran”.
Entonces, ¿cómo puede la industria española equilibrar el cumplimiento de las normativas europeas con la necesidad de innovar? Para Reinoso, se trata de “un desafío clave”. Para lograrlo, apuesta por “reforzar la unidad del mercado interior, evitando la distorsión competitiva que para este supone que cada Estado miembro ‘vaya por libre’, por decirlo de algún modo”. A lo que suma la oportunidad de “aprovechar las normas como palanca de impulso para la innovación” y optar por “una regulación adecuada, que no peque por exceso”, ya que permitirá aumentar la confianza de los consumidores y los inversores. Finalmente, será “esencial el apoyo gubernamental y el establecimiento de políticas orientadas a la innovación”.
A la americana
Sobre la posible adaptación del modelo de EE.UU. a la UE, el eurodiputado alemán defiende que “eso requeriría una reforma masiva del sistema de la UE en sí. Todo el sistema institucional está diseñado para impulsar la regulación más que cualquier otra cosa. Sin embargo, podemos aprovechar el efecto Bruselas debido a un gran mercado único, y la nueva Comisión tiene nuevos conceptos para reducir, agilizar y digitalizar la carga burocrática”.
En la misma línea está Raúl de la Hoz Quintano, portavoz adjunto del Partido Popular en el Parlamento Europeo, quien mantiene que “no se trata de copiar los modelos de Estados Unidos o China. Europa debe tener su propio modelo de crecimiento y desarrollo. Lo que sí podemos hacer es aprender de ellos, como ellos lo hacen de nosotros”.
El popular rechaza que “Europa deba adoptar un modelo de regulación laxa al estilo de Estados Unidos o intervencionista como China, nuestro modelo se debe basar en el equilibrio entre innovación, derechos ciudadanos y sostenibilidad, siempre orientado a la competitividad. Se trata de crear un entorno donde las empresas puedan crecer e innovar sin tantas trabas”. Y sentencia: “La nueva Comisión Europea tiene que priorizar la simplificación normativa si queremos que nuestras empresas puedan competir a nivel global”.
Perder el tren
España y la UE están jugando con el reloj en contra. “Si no se toman las medidas correctivas necesarias para fomentar la innovación tecnológica, podríamos enfrentar diversas consecuencias negativas”, indica el portavoz de la Alianza por la Competitividad de la Industria Española. Entre ellas están la pérdida de competitividad global y un estancamiento económico.
Para evitarlo, Reinioso defiende que “la principal medida correctiva debe pasar por que las empresas que invierten en I+D+i reciban por parte de las Administraciones incentivos fiscales para poder crear ese ecosistema de innovación que cumpla con la normativa europea y sea competitivo a escala global”. Sumado a “un régimen fiscal que incentive proyectos de colaboración público-privada, con beneficios específicos para aquellos que generen nuevas capacidades tecnológicas”.
El eurodiputado Voss considera que el futuro de la innovación en Europa y España dependerá “de si la Comisión toma en serio la competitividad”. Y defiende que “aún existen áreas de liderazgo que la UE puede ocupar, ya sea en educación digital, computación en la nube o IA de propósito general. Si construimos el ecosistema adecuado, todavía podemos ponernos al día en algunos aspectos. La urgencia debería estar clara a estas alturas”. Llegó el momento de tomar una decisión: ¿innovamos o solo regulamos?