Seat se enfrenta a un panorama complicado que podría derivar en la pérdida de 1.500 empleos en España, a menos que la Comisión Europea decida revisar los aranceles impuestos a los vehículos eléctricos fabricados en China.
Wayne Griffiths, presidente de la compañía, alertó en una entrevista con Reuters que la situación es crítica y que los despidos serían inevitables si no se ajustan los impuestos antes de finales de marzo de este año.
El recargo del 20,7% sobre los aranceles ya existentes, que afecta principalmente al Cupra Tavascan, SUV eléctrico producido en la planta china de la marca, deteriora la competitividad de este modelo.
Este aumento de costos generó una caída en las previsiones de beneficios, lo que amenaza con desencadenar pérdidas millonarias en 2025.
Según Griffiths, si el modelo de Cupra sufre, el futuro de Seat también está en riesgo.
El modelo estrella de Seat
El Cupra Tavascan, que tiene un precio inicial de 52.000 euros, se posicionó como un modelo clave para mejorar la rentabilidad de la automotriz.
Sin embargo, el impacto de los nuevos aranceles elevó su precio, complicando la venta de un producto que originalmente estaba destinado a impulsar los números de la compañía.
Griffiths ya anticipó que, si los aranceles se mantenían, el Tavascan se vendería a pérdidas, algo que ahora se confirma.
El presidente de Seat también expresó la urgencia de encontrar una solución antes de que termine el primer trimestre de 2025, advirtiendo que, sin una revisión de los aranceles, el futuro de la empresa se pondría en serio peligro.
Fuentes cercanas a la compañía –citadas por El País– aseguran que el gobierno de Pedro Sánchez ya trasladó las preocupaciones a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y que Seat mantiene un diálogo constante con Bruselas para intentar solucionar el problema.
A pesar de la presión, Griffiths no especificó cuál sería el nivel de arancel que Seat podría soportar sin poner en riesgo la rentabilidad de sus modelos, aunque dejó claro que la cifra debería acercarse lo máximo posible al 10% original.
La amenaza de parar la producción del Tavascan afectaría también los planes de descarbonización de la compañía, dificultando aún más su cumplimiento con los objetivos de emisiones de la UE.
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