Telefónica Telefónica ha dado un paso importante en su estrategia de reestructuración y ha vendido su filial en Argentina a Telecom, empresa controlada por el Grupo Clarín y el empresario David Martínez, por unos 1.245 millones de dólares (1.190 millones de euros). Sin embargo, esta operación, que podría cambiar por completo el mercado de las telecomunicaciones en Argentina, ya se ha topado con un obstáculo: el presidente Javier Milei.
Un movimiento estratégico para Telefónica
Bajo la dirección de Marc Murtra, Telefónica sigue adelante con su plan de reducir presencia en Hispanoamérica y centrarse en sus mercados clave: España, Alemania, Brasil y Reino Unido. Esta venta se suma a la reciente salida de Colombia y las posibles desinversiones en Uruguay y México. Además, la operación le permite a Telefónica reducir su exposición a la volatilidad de las monedas latinoamericanas.
Telecom, que opera bajo la marca ‘Personal’, se convierte en un jugador dominante al fusionar el segundo y tercer operador de móviles del país. El objetivo de la compañía es claro: invertir en fibra óptica y 5G para mejorar la conectividad en Argentina, Paraguay y Uruguay.
La amenaza de Milei
Pero no todo es tan sencillo. Apenas horas después de que Telefónica comunicara la venta a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) en España, el gobierno argentino lanzó un comunicado donde amenazaba con frenar la operación. El argumento es la protección de la libre competencia: la fusión podría derivar en un cuasi-monopolio, con Telecom controlando más del 70% del mercado de telefonía móvil en Argentina.
El gobierno de Milei ha ordenado a la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) y al Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) analizar la operación y tomar medidas si fuera necesario. En palabras del propio Ejecutivo, investigan si la compra de Telefónica Argentina por parte de Telecom constituye una concentración de mercado que vulnere las normas de competencia.
¿Podrá Milei frenar la venta?
El problema para Milei es que Telefónica asegura que la operación ya está cerrada y firmada, lo que podría limitar las acciones del gobierno argentino. Sin embargo, aún falta la aprobación de los organismos reguladores del país, y ahí es donde podrían surgir trabas burocráticas o incluso condiciones para que la transacción se complete.
En cualquier caso, esta venta es un reflejo del complicado panorama de las telecomunicaciones en Latinoamérica, donde las grandes compañías buscan consolidarse en mercados estratégicos mientras enfrentan regulaciones gubernamentales impredecibles. Telefónica ha dejado claro que su prioridad es reducir riesgos en la región, pero su salida de Argentina podría convertirse en una batalla política y regulatoria que aún no ha terminado.
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