Reforma Laboral: Un avance en contratos indefinidos, pero la precariedad de lo temporal persiste

Contrato temporalGetty Imagen

Nos acercamos al tercer aniversario de la reforma laboral que buscaba fortalecer el empleo indefinido en España, nos encontramos con una realidad algo contradictoria: aunque el peso de estos contratos ha aumentado, los contratos temporales siguen atrapados en la precariedad. De hecho, de los 6,57 millones de contratos temporales firmados en los primeros nueve meses del año, un alarmante 36,5% (2,4 millones) no duró más de siete días. Además, la tasa de conversión de contratos temporales a indefinidos se ha estancado en un 4,9%, una caída respecto al 5,8% del año pasado. 

Los datos son aún más preocupantes si consideramos que la duración media de estos contratos temporales ha bajado de 46,9 a 46,1 días, marcando un retroceso desde 2019, cuando alcanzaban los 49,9 días. La reducción de la contratación temporal ha llevado a niveles históricos, y aunque la contratación indefinida ha crecido, la calidad de ambos tipos de contratos está en entredicho. 

Desde 2024, se han firmado cinco millones de contratos menos que en el mismo periodo de 2019, y aunque los contratos fijos ahora representan un 42,4% del total, el aumento de estos ha venido acompañado de una cierta duda sobre su calidad. En un contexto donde la discusión sobre los contratos fijos discontinuos se vuelve un tema candente, los contratos temporales se mantienen en la sombra, con un panorama que sigue mostrando una clara dualidad en el mercado laboral español. 

En 2019 el 90,4% de los contratos eran temporales

 Aunque la reforma ha disminuido su número, esto ha sido a costa de empeorar las condiciones. La desaparición de los contratos por obra y servicio ha tenido un impacto significativo; al desaparecer, muchos se convirtieron en indefinidos, mientras que otros se categorizan como eventuales por circunstancias de producción. Esta transformación explica en parte la reducción en la duración de los contratos, pero no soluciona el problema del aumento en los contratos de muy corta duración, que históricamente se concentran en circunstancias de producción. 

El balance sobre la calidad del empleo temporal con la reforma es mixto. Aunque en términos absolutos los contratos han disminuido a niveles mínimos, en términos relativos, la situación es menos positiva. Los contratos temporales siguen firmándose en condiciones similares a las de antes, si no es que han empeorado. Además, después de los dos primeros años de la reforma, no hay señales de que la situación mejore. 

La cifra de contratos de menos de siete días ha registrado un leve descenso en comparación con el año anterior, pero sigue siendo alarmante. En septiembre de 2023, se firmaron 2,32 millones de contratos de menos de siete días, un 2% menos que en 2024, representando el 35,5% del total. A pesar de que el Gobierno intenta penalizar los empleos de muy corta duración con una «cotización adicional», esta estrategia parece no estar funcionando como se esperaba. 

Los contratos de artistas y personal técnico ha aumentado un 51%

Por ejemplo, los contratos de artistas y personal técnico en espectáculos públicos, que promedian solo 4,75 días, han aumentado en un 51% en el último año. Estos contratos, creados para aliviar al sector de las exigencias de la reforma laboral, se han convertido en una vía de escape que ha llevado a un aumento significativo en la precariedad laboral. 

A esto se suma el hecho de que las conversiones de contratos temporales a indefinidos se han reducido drásticamente a mínimos históricos. En 2024, solo se han registrado 322,488 conversiones, un 15% menos que el año anterior y un 48% menos que en 2019. Aunque se firman más contratos indefinidos, las empresas parecen optar por crear nuevos contratos en lugar de convertir los temporales, lo que pone en evidencia que, a pesar de la reforma, la dualidad en el mercado laboral persiste. 

La evolución de la contratación temporal, especialmente entre los contratos de muy corta duración, sugiere que los efectos de la reforma laboral han llegado a su límite. La economía y la política española aún tienen un largo camino por recorrer antes de poder afirmar que han logrado una mejora significativa en la calidad del empleo. 

 

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