¡Por favor, detengan la fuga de talentos!

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¿Qué le pasa a una empresa que dedica tiempo y enormes cantidades de recursos a formar a sus empleados para que, con sus habilidades, le ayuden a afrontar mejor los retos que le esperan y después los ve desfilar en masa en la competencia? Sucede, y todos los directivos y empresarios saben bien que la empresa lucha, pierde competitividad y se ve obligada a perseguir a otras empresas.

¿Qué pasa con un país que es incapaz de retener a sus jóvenes talentos hasta el punto de que el 60% de los ciudadanos que emigran tienen al menos un título universitario (fuente Eurostat 2023)? Ocurre que el país -en este caso España- pierde impulso competitivo, dado que los nuevos empleados con una formación más actualizada prefieren emigrar antes que desarrollar su carrera en donde estudiaron.

Las razones que les empujan a abandonar el país son, evidentemente, sobre todo económicas, pero también la mejor calidad de vida y las oportunidades profesionales que se les garantizan en el extranjero. Sin embargo, al hacerlo, la nación pierde cada año más de 150.000 millones en valor de este capital humano, según estimaciones del programa de investigación socioeconómica de la Fundación BBVA-Ivie.

Hoy, los contribuyentes españoles financian con sus impuestos las universidades donde estos titulados estudian, se forman y forjan sus talentos, tras lo cual las empresas extranjeras -que compiten con las españolas en los mercados- recogen los frutos de sus estudios y de sus talentos. Hay algo que no cuadra, porque aparte de la libre elección de cada graduado de trabajar donde quiera y con quien quiera también existe la necesidad de que un país y una comunidad recojan los frutos de sus inversiones en educación pública. Y quienes -como el Gobierno- piensan que la solución pasa simplemente por la inmigración se equivocan, dado que sólo el 23,1% de los extranjeros en edad de trabajar que viven en el país tiene una titulación.

Por eso es preocupante que no se vislumbre en el horizonte un intento de mitigar el fenómeno. A día de hoy, según Synergie, el 40% de las búsquedas de ejecutivos en España se realizan en el extranjero. Por tanto, existe la necesidad de que los titulados españoles permanezcan en su país.

Es necesario que universidades, gobierno, asociaciones comerciales, instituciones y administraciones locales abran una mesa de discusión y análisis para desarrollar estrategias y soluciones para retener el talento y orientarlo hacia las empresas. Necesitamos políticas destinadas a atraer talentos que ya han elegido ir al extranjero y alentarlos a regresar. No se trata sólo de inversiones, sino también de actitud, de escuchar y de ponernos a disposición de estas nuevas generaciones, a las que se confiarán las empresas comprometidas a sostener la economía de todo el país.

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