Muhammad Yunus, conocido como ‘el banquero de los pobres’, fue condenado a seis meses de prisión por varias causas laborales. Sin embargo, esta sentencia es solo una pequeña fracción de las posibles consecuencias legales que enfrenta, ya que más de 200 cargos fiscales y económicos, incluidos malversación y blanqueo de millones de dólares, podrían llevarlo a cadena perpetua.
Yunus ha sido una figura destacada en Bangladés por su papel crucial en la economía del país y su apoyo a los desfavorecidos. A pesar de los actuales problemas legales, su legado como ‘el padre de los microcréditos’ sigue siendo relevante para muchos.
Ganador del Premio Nobel de la Paz en 2006 por su trabajo con el Banco Grameen, Yunus revolucionó el sector financiero con su modelo de microcréditos, que otorgaba préstamos sin garantía y con bajos intereses a personas de bajos ingresos. Este enfoque se exportó a otras naciones asiáticas y de Sudamérica, ganando reconocimiento mundial, incluido el del expresidente de EEUU, Barack Obama.
A pesar de su éxito, en 2011 el Gobierno de Bangladés lo destituyó de su cargo en el Banco Grameen, acusándolo de mala praxis financiera. Desde entonces, las autoridades han presentado contra él cerca de 200 cargos fiscales y económicos, que incluyen malversación y blanqueo de fondos, lo que podría resultarle en una sentencia de cadena perpetua.
Conflicto con el Gobierno de Bangladés
Bloomberg informa que «los fiscales de Bangladés han vinculado a Muhammad Yunus y a sus colegas con una serie de delitos, entre ellos malversación y blanqueo de millones de dólares». Las tensiones entre Yunus y la primera ministra, Sheikh Hasina, han levantado sospechas sobre la naturaleza de las acusaciones, atrayendo el respaldo de gobiernos como los de Suecia y Noruega.
Yunus ha negado consistentemente todos los cargos, argumentando que se trata de una batalla política con el Gobierno de Bangladés. Mientras tanto, el Gobierno sostiene que las acusaciones tienen fundamento y que las prácticas empresariales de Yunus no son tan limpias como él afirma.
Sus partidarios en Occidente ven las acusaciones como motivadas políticamente y creen que representan una crisis diplomática. Muchos gobiernos occidentales, que consideran a Yunus una voz estable en Bangladés, temen que las acciones del Gobierno de Hasina lleven al país hacia un régimen más autoritario.
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