Tres años después de la tan discutida reforma laboral, queda claro que algo ha cambiado en el mercado de trabajo en España: la temporalidad del empleo ha bajado. Pero ojo, que esta mejoría no es tan sencilla como parece. No se trata solo de reducir el número de contratos temporales, sino de garantizar que los empleos sean realmente estables. Y en este punto, la reforma todavía tiene mucho que demostrar.
Menos temporales, pero ¿más estabilidad?
En 2024, las bajas por caducidad de contratos temporales han caído un 41% respecto a los niveles previos a la reforma. Suena bien, ¿no? Pero aún hay un dato que hace ruido: las bajas de trabajadores con contrato fijo discontinuo se han disparado un 456%. Esto significa que hay más de medio millón de personas al mes que dejan de cotizar porque su actividad ha terminado, aunque su contrato siga activo.
En el fondo, el problema no es nuevo. La estructura productiva de España sigue siendo muy dependiente de sectores como la hostelería y el comercio, donde los picos de actividad son tan impredecibles como las predicciones meteorológicas. Así que aunque haya menos contratos temporales, el empleo sigue siendo igual de frágil.
Un mercado laboral que no se estabiliza
Un dato llamativo: el 5,3% de los trabajadores en España dejó su empleo en el último trimestre. Aunque este porcentaje ha bajado gracias a la reforma, sigue siendo el doble de la media europea. Incluso supera a Países Bajos, el rey de los contratos temporales en la UE. Esto deja claro que, contrato fijo o no, la estabilidad laboral sigue siendo un lujo.
El repunte de los fijos discontinuos
Hablemos de los famosos fijos discontinuos. En teoria, son contratos indefinidos pensados para actividades recurrentes. Pero en la práctica, han sustituido a muchos contratos temporales y se usan en actividades donde su justificación es dudosa. Las empresas de trabajo temporal (ETTs), por ejemplo, han encontrado en esta figura un “chollo”: si el trabajador no responde a un llamamiento, es como si hubiera dimitido y se ahorran la indemnización.
En números, las bajas por inactividad de estos contratos han pasado de ser el 3,5% de las bajas totales en 2019 al 20,9% en 2024. Y aunque los contratos temporales siguen representando la mayoría de estas bajas, la volatilidad de los fijos discontinuos ya es incluso mayor.
Precariedad maquillada
Entonces, ¿qué ha pasado? La reforma laboral empujó el uso de fijos discontinuos como alternativa a los temporales, pero esto no resolvió el problema de fondo: la inestabilidad laboral. Ahora, las bajas de afiliación ligadas a empleos de carácter eventual (temporales más fijos discontinuos) suponen el 63,5% del total, frente al 72,7% en 2019. Es una mejora, sí, pero no tan grande como podría haber sido si solo se miraran los contratos temporales.
Señales de alerta y camino por recorrer
El uso excesivo de los fijos discontinuos ya ha encendido las alarmas. El Ministerio de Trabajo ha puesto el foco en ellos y ha movilizado a la Inspección para investigar posibles abusos, sobre todo en las ETTs. Pero los datos de 2024 muestran que no hemos logrado revertir esta situación. Aún queda mucho por hacer para que esta figura contractual deje de ser un lastre para la calidad del empleo.
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