Intercambio de parejas

El sencillo y rápido gesto de cambiar un brazalete metálico por una correa de piel (o de caucho) ya se ha instalado como una tendencia de obligado cumplimiento

Horas y minutos

El asunto de los ingenios creados por los maestros relojeros para atar una caja, con su esfera, a la muñeca no es trivial, baladí, que dirían los engolados. Desde hace muy poco nos hemos familiarizado con el intercambio casi instantáneo de una pulsera de acero u oro a una correa de piel, caucho, nylon y cerámica. O viceversa.

Este trueque transforma por completo el aspecto de un reloj, su personalidad, sus emociones y, por lo tanto, la manera de dejarse ver del porteador, del orgulloso propietario. Un trueque de apariencias análogo a, se nos ocurre, embutirse en un traje. Si lo acompaña de unos zapatos Oxford, su imagen descuella elegancia, la de un gentleman que se codea con los sastres de Savile Row. Siga con aquel traje y pruebe con un pequeño pero gran canje: abrigue sus pies con unas deportivas, unos botines Chelsea, unas alpargatas menorquinas. Metamorfosis total.  

Un reloj cambia en avances técnicos, matéricos y artísticos

Quizás pequemos de simples (que tampoco tiene nada de malo), pero la evolución de los elementos que ciñen un reloj al cuerpo corre paralelo al de los avances técnicos, matéricos y artísticos de los calibres. Vale que en la alta relojería y en dimensiones paralelas el foco se centra en los mecanismos, complicaciones y tal, pero en el todo de un reloj los brazaletes y correas juegan un papel fundamental: esencial. Sin ahondar en sus tipologías (daría para varios artículos) y progresos, de las cadenas de bolsillo se pasó a los primitivos especímenes de pulsera con correas de cuero engarzadas en unas asas soldadas.

Un cambio generacional

Hasta los años 50, la piel y la tela dominaban, con la excepción de unos brazaletes metálicos extensibles llamados malla milanesa. Rolex introdujo el brazalete articulado en los 50 y el resto de firmas le siguieron. Que si de caucho para espantar la corrosión marina, nylon, tejidos sofisticados, cerámica, plásticos vanguardistas, correas veganas (de materiales reciclados) hasta llegar a la personalización actual, en la que es raro, poco común, que una marca no ofrezca al menos dos posibilidades de cintos diferentes, uno metálico y otro de piel (o de lo que sea).  

De un par de posibilidades se pasó a una ráfaga imparable de customizaciones que comenzó, precisamente (por la época vacacional que ya se respira), para animar la paleta de colores veraniega con tonos pastel, rojos, amarillos, verdes… Para una misma esfera. Y como lo queremos ya, venga, deprisa (fruto de los tiempos en que vivimos), varias manufacturas se embarcaron en la aventura de diseñar dispositivos para agilizar las correas intercambiables. De las primeras destacan Hublot, con su sistema One Click, e IWC Schaffhausen y su EasX-Change. Luego vinieron el QuickSwitch de Cartier, la función de liberación rápida de Omega, etcétera.

El objetivo es deshacerse de los farragosos destornilladores de precisión relojeros, de acudir a la joyería del barrio (más dinero) e incidir en una tendencia de consumo global, la bautizada como híper personalización.

Un reloj, varios estilos. 

1.- BR 05 Copper Brown, de Bell & Ross: Correa de acero, 5.300 euros; de caucho, 4.800 euros. 

2.-Virtuoso V Titanium Salmon Dial, de Bovet: extrema personalización: de reloj de pulsera de piel azul a… sin correa en modo reloj de mesa. No hay límites. 115.000 euros. 

3.-DS+, de Certina: Cada kit permite combinar diferentes estilos de correa (de acero con PVD negro, NATO) y de cajas… 1.300 euros. 

4.-Senator Excelllence Panorama Date Moon Phase, de Glashütte Original: Tres cambios: brazalete metálico, pulsera de piel y de tejido sintético en varios tonos. Desde 12.400 euros. 

5.-Big Bang One Click 33MM, de Hublot: Es el modelo de Hublot con más variedad de correas intercambiables distintas: en caucho, piel, rosa, naranja, azul, roja, blanca. Desde 13.400 euros. 

6.-Portugieser Chronograph, de IWC Schaffhausen: Con la reciente apertura de su Flagship en París, han inaugurado un servicio de personalización de correas (materiales, colores, forros, costuras e incluso grabados al gusto) para los Portugieser, Pilot’s Watch y Portofino en colaboración con Manufacture Jean Rousseau. Desde 9.200 euros (el modelo Portugieser Chronograph). 

7.-Tambour Horizon Light Up Connected Watch, de Louis Vuitton: La última rareza de Vuitton es este ‘conectado’ con un puñado de combinaciones de correas. 3.845 euros. 

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