En España, más de 2,7 millones de personas trabajan a tiempo parcial, pero lo hacen obligadas por la falta de mejores oportunidades. De estos, un 46,9%, es decir, 1,31 millones, se ven forzados a aceptar jornadas reducidas porque no logran encontrar un empleo de jornada completa. Esta cifra refleja el lado más oscuro del subempleo, una problemática que coloca a España en lo más alto de la Unión Europea.
La triste realidad del subempleo forzoso
De acuerdo con los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del INE y la Encuesta de Fuerza Laboral de Eurostat, la principal razón por la que los españoles trabajan a media jornada no tiene que ver con motivos personales, como la conciliación familiar o la salud, sino con la falta de oportunidades para acceder a un empleo de jornada completa. Esto demuestra que el subempleo no es una «elección», sino una obligación impuesta por la falta de alternativas laborales.
Aunque el subempleo ha mejorado desde la Gran Recesión, el último año ha visto un ligero repunte del 1,3%. Sin embargo, los niveles actuales siguen siendo mucho mejores que los de hace una década, cuando el país atravesaba la crisis financiera y el subempleo a tiempo parcial alcanzaba su punto máximo. Hoy, aunque los datos siguen siendo preocupantes, el porcentaje de empleados forzados a aceptar una jornada reducida es el más bajo desde 2009.
Una brecha que separa a España de Europa
El panorama es aún más preocupante cuando se comparan las cifras nacionales con las de la Unión Europea. Según Eurostat, 1,14 millones de españoles están subempleados a tiempo parcial, lo que representa un 39,5% de los trabajadores a media jornada. A nivel europeo, el porcentaje se reduce al 5,2%, un dato que subraya la diferencia notable en la calidad del empleo. Aunque España no es el país con mayor tasa de empleo a tiempo parcial, con un 13,3% frente al 18,6% de la media europea, su proporción de subempleo forzoso es desmesuradamente alta en comparación con otras naciones del continente.
Países como Finlandia o los Países Bajos tienen tasas de subempleo a tiempo parcial mucho más bajas. Finlandia, por ejemplo, tiene solo un 27,7% de subempleo entre los trabajadores a tiempo parcial, mientras que, en los Países Bajos, donde el 42,7% de los trabajadores son a tiempo parcial, apenas un 12,7% de estos lo son por falta de horas. Esto refleja una mayor estabilidad laboral y políticas más efectivas para integrar a los trabajadores en el mercado completo.
El subempleo de género: el rostro oculto de la precariedad
Aunque la brecha de género sigue siendo patente, con tres veces más mujeres trabajando a tiempo parcial que hombres, los motivos no son siempre los que se suelen asumir. Si bien las mujeres siguen siendo las principales responsables del trabajo a tiempo parcial, los datos indican que sus dificultades para acceder a trabajos de jornada completa son prácticamente las mismas que las de los hombres: un 46% de las mujeres y un 49% de los hombres en esta situación aceptan jornadas reducidas por no encontrar empleo completo.
Esto refuerza la idea de que el trabajo a tiempo parcial, aunque se asocia comúnmente a la conciliación familiar, responde más a una cuestión estructural de la economía que a una decisión personal. Las mujeres no buscan trabajos de media jornada por elección, sino por la falta de opciones laborales que les permitan acceder a puestos a jornada completa.
El subempleo, una realidad ignorada
Más allá de la problemática del empleo a tiempo parcial, también existe un subempleo que afecta a un mayor número de personas, que, aunque trabajando a tiempo completo, no pueden acceder a un empleo acorde a sus cualificaciones o deseos. Según la EPA, el número de subempleados alcanza los 2,05 millones, lo que equivale a un 9,4% del total de ocupados.
Es un problema grave que sigue siendo ignorado en los debates sobre la productividad y el tiempo de trabajo. La verdadera cuestión no es la reducción de jornada o el absentismo, sino la incapacidad estructural de la economía española para generar empleo de calidad y a tiempo completo, un problema que sigue siendo el gran desafío del país.
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